Seis opciones para hacerte la crema de calabacín todavía más tuya
Seis opciones para hacerte la crema de calabacín todavía más tuya

Seis opciones para hacerte la crema de calabacín todavía más tuya

Repasamos seis maneras de darle un toque diferente a la crema vegetal más tendido y popular: la crema de calabacín

Dígame cómo haces la crema de calabacín y te diré cómo eres como persona. Queda bien el eslogan, oi? Nos lo podemos imaginar como reclamo de algún tipo de disciplina infusa, entre la astrología y el misticismo. En una consulta con algún "òleg", cómo por ejemplo un psicólogo. Derramando creativa o mucha tierra a La Habana, pero psicólogo. "Siegue aquí y explíqueme cómo hace la crema de calabacín", señalando el diván. Es pura ficción pero podría ser. Si hay gente que interpreta la caligrafía o preguntas recargolades en testos psicotècnics, la opción de analizar la gastronomía puede bien ser. Seguro que alguien hay hecho o podría hacer la primera cáscara.

Centrémonos, que venimos a hablar de la crema de calabacín. Con permiso de la de puerros (vichyssoise para ser más señora), la pòcima líquida vegetal más tendido, fácil y practicada, con permiso del gazpacho estival. La de calabacín no tiene nombre afrancesado ni le hace ninguna falta. Es una receta básica, fácil y de resultado garantizado. Caliente en invierno o fría en verano, cruza todas las estaciones con posibilidades de apetecer. Que tenga requesta es una noticia celebrada por nutricionistas y otras "istes" porque obviamente, cómo todo el que es verde (menos el helado de menta y destilados cómo el Chartreuse) es básicamente sano.

Verdura de verano que ahora se encuentra siempre

Hemos dicho que se puede tomar siempre y que caliente en invierno rehace, porque de hecho encuentras en plaza siempre. El calabacín, aquí, es cosa de verano. Cuando además nos obsequia con el secreto inconfessable e irresistible de su flor (la mejor!) pero entre los otros comarcas y los túneles de invernadero, se encuentra cada semana.

Aquí, ahora y hoy, desde esta humilde tribuna nos declaramos fervientes seguidores, militantes y partidarios de la crema de calabacín. Amantes de la cosa elocuente, de ir por trabajo, e incluso de cocinar el fin de semana (horas valle de la maldita factura eléctrica, elemento a tener en cuenta) para tenerla ya hecha y en frío. Una crema de calabacín que algunos querrán que "sopegi" más líquida y otras que tienda a textura cimentosa. Variable, diferente, compensable según proporciones pero siempre respondiendo al mismo esquema.

El de pasar por óleo la cebolla o el puerro, añadir el calabacín y la patata, para después cubrir de agua (o de caldo vegetal) y a hervir hasta que después triturem o licuamos. La cosa más fácil del mundo que puede resultar insípida o incluso vulgar pero a la cual le podemos practicar variantes para amenizarnos, sea por gusto o necesidad.

Maneres de fer-la i acompanyar-la per a tots els gustos

Maneras de hacerla y acompañarla para todos los gustos

Por eso repasamos seis opciones para hacernos la crema de calabacín todavía más nuestra.

  1. Con patata o sin, por la textura
    Más o menos líquida, cómo quieres la crema? La clave aquí es la patata, a pesar de que también hay quien no posa. O quien espesa con otros elementos, desde el moniato a la xirivia. El más recomendable es, seguramente, ser escadussers con la patata. Pero siempre podemos echar más.
  2. Con formatget o sin
    Cuando probáis una crema especialmente cremosa, más ligada, más redonda es porque han echado algún formatget o incluso nata líquida. Es el toque habitual y más clásico, que hace que algunas propuestas sean visiblemente más greixoses que las versiones más "light" y por lo tanto más sanas.
  3. Con otras verduras
    Abanico abierto a incorporar el que queramos. Puerros en lugar de cebollas. Brécoles y parientes cómo el romanesco, zanahoria o calabaza (eso sí, el verde se nos escapará) o incluso col (atención, que domina demasiado). Ir versionant una base más o menos recurrente con verduras que tengamos o que, sinceramente, nos hayan sobrado puede convertir cada crema de reaprofitament o de hacer neto del caixó de los vegetales en una experiencia diferente.
  4. Con especies
    Algún día tendremos que hacer parada y fonda para hablar del mundo de las especies y otros elementos aromatitzants. Con la crema de calabacín hay quién posa jengibre, quien se va al curry o quien conoce otros y se atreve, de la cúrcuma al tikka masala. Sinceramente, cuestión de ensayo y error. Y siempre mejor de pizca en pizca que de puñado en puñado.
  5. Con un toque picando
    Especialidad de la casa, una crema que no nos caliente un poco el interior de las mejillas, la garganta y el tramo inicial del aparato digestivo es menos crema. Podemos echar de ajo, a pesar de que es arriesgado. El que doy garantía es de dorar la verdura con óleo picando y de echar bitxo (uno o dos, no os pasáis!) a hacer la hervida. Nos dará un regusto portentoso y si a alguien no le gusta el picando quizás la basura llorar y todo.
  6. Con crostons y pedazos
    Una crema sola puede ser triste o aburrida cómo un martes de noviembre. A la hora de presentarla, seamos originales. Crostonets tostados de pan? Es una opción. Con pan de ajo, quizás mejor. Qué más? Pues queso tachado o virutas de jamón. O frutos secos troceados. O pedazos de calabacín, hechos con un pelador. O "palets" de zanahoria, o… el que sea. Pero posemos algo que nos lo remate. Incluso, aromatitzant, albahaca de hoja larga, cuando es verano. Imaginación al poder!

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