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Céllecs, el lugar sagrado de los deportes de montaña del Maresme

Los tres cerros de Céllecs reúnen pasado ibérico, caminos y corriols de pendiente, vista privilegiada y paredes ideales para la escalada

El fenómeno de las montañas sagradas es prolífico a muchos países, sean del tipo que sean. Desde tiempos inmemoriales, siglos y siglos atrás, la humanidad ha conferido a algunos de sus cumbres algún carácter que las hace especiales. A menudo no son los más altos ni de su sistema ni de su zona de influencia. Un buen ejemplo sería en Tendaya de Fuerteventura. En el Maresme tenemos Corredor y el Montnegre como destacados en altimetría, la simbología de Burriac con su preponderancia y castillo como atributo pero si nos concentramos en la vertiente más de deportes de montaña pocos espacios hay más especiales y sagrados que Céllecs.

En un año como este 2020 de reencontrada del espacio natural y las montañas por parte de mucha gente, la sensación compartida es que quizás todos juntos no éramos basta conscientes de los espacios que tenemos bien cerca. La redescubierta de los espacios verdes dentro y fuera de las tramas urbanas y su uso intensivo en deporte al aire libre (outdoor, dicho de forma pretenciosa y en inglés) han incluso llenado de actividad espacios que, hasta hace poco, eran reservas de tranquilidad. Céllecs puede entrar hasta esta categoría puesto que muchos de los que menudean esta montaña y sus tres cerros dicen que según en qué fin de semana se puede llegar a masificar.

Pendiente y singularidad entre dos comarcas

Qué hace especial Céllecs? No es una respuesta unidireccional. De entrada está como insertat entre Òrrius y Vilanova del Vallès, pero se puede acceder fácil también desde la Roca o Dosrius. Es cerca de mucha gente y tiene un sistema de tres cerros que, sin ofrecer ningún elemento alocado, tiene pendientes pronunciadas en diferentes de sus corriols. Los tres cerros son uno de homónimo, el Céllecs o Cerro Gordo (526 metros en el punto más alto de toda la montaña), el de Mataró y el Cerro Redondo. Sea andando o en bicicleta (de montaña, que el asfalto queda bastante lejos), cualquiera de los corriols que se pueden encontrar nos ofrecerán un trayecto ameno, sin problemática técnica pero de gran dinamismo, que es como se los dice a los caminos que no permiten que te despistes.

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Otra vista del Céllecs.

Acceder al carenado de Céllecs desde Santo Bartomeu de Cabañas es quizás el camino más habitual, que encontraremos marcado con facilidad. Por cierto, ahora que es temporada, a su obaga las setas aconstumen a encontrar un buen ecosistema. Dicen, porque los boletaires nunca dicen demasiado. Puede ser cuestión de contar días desde la última lluvia de otoño y probar suerte.

La otra gran virtud que es evidente de Céllecs es su panorámica sobre el Vallès Oriental, desde arriba de su morro. Realmente la vista es espectacular, en un día de cielo limpio nos puede mostrar sistemas del pre-Pirineu y, si no es el caso, nos tendremos que hacer joder. Ya se sabe que decía Pere Quart, que como el Vallès no hay nada. Según como te lo mires, acabarías para decirle al poeta de Sabadell que quizás por suerte no hay más. Qúestió de gustos.

Donde los maresmencs empiezan a escalar

La otra gran vinculación de Céllecs con el deporte tiene en la escalada (otra de las disciplinas en clara pujanza del número de practicantes) su hito. Y es que a Céllecs es donde se empieza a escalar en muchos casos con sus diferentes sectores equipados. La conocida Placa de Céllecs ha sido, desde los años cincuenta, un lugar de iniciación a la escalada por la mayoría de mataronins. Primero se vendía ha hacer prácticas de rappel y maniobras con las cuerdas y posteriormente se empezó a escalar. Al principio sobre todo se practicaban las técnicas artificiales, con burins y estribos. A la década de los sesenta es descubrió el sector del Contravent y no fue hasta el año 1982 que es empezó a escalar a las Rocas Nuevas.

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El año 1986 un grupo de jóvenes de la comarca equiparon todas las vías de los diferentes sectores de Céllecs. La agrupación científico-excursionista de Mataró subvencionó la compra de los espits y las plaquetas necesarias para realizar estas tareas con la idea de crear una escuela de escalada en el Maresme. A las cuatro vías que hay a la placa de Céllecs se trabaja sobre todo la técnica de adherencia sobre una placa tumbada, que puede resultar un poco difícil si no se tiene confianza con los pies de gato.

De la ruta megalítica al poblado ibérico

Céllecs basa buena parte de su magia en su prolífica historia, presente, que se nos puede llegar a manifestar de forma telúrica si vamos descubriendo sus espacios con paciencia, tacto y ganas de conocer. A través de sus espacios y caminos podemos viajar al pasado y tenemos a tocar algunos de los monumentos megalíticos más espectaculares de la sierra de Marina. Rocas y piedras que el senderista poco curioso puede confundir o ignorar pero que suponen el legado del que había a la zona hace más de 4500 años aproximadamente, desde finales del Neolítico hasta la Edad de Bronce (entre el 2500 y 2000 a. C.) Sin duda, la proliferación de estos yacimientos indica la importancia del litoral del Maresme durante el neolítico.

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Poblado Ibérico.

La Piedra de los Golondrinas es la joya de la corona y en época de obsesión instagramer motiva no pocos 'selfies' cada fin de semana. Es lo más carismático y sorprendiendo de los monumentos neolíticos de Céllecs. Este bloque granítico es de ocho metros de longitud y tres de anchura, en su relevo ofrece pinturas rupestres y diferentes cavidades diseñadas para dar cobijo. Entre las pinturas se han podido identificar figuras femeninas, formas en cruz, representaciones humanas con tonos de color rojo oscuro. Vale la pena informarse porque el siguiente golpe que la voces el impacto es mayor.

Pasando algunos siglos adelante, Céllecs también nos testimonia su importante pasado como centro de operaciones de los íbers. Su poblado todavía es un grande desconocido pero algunos arqueólogos consideran que llegó a ser más importando que el poblado ibérico de Burriac. Tenía una muralla de una anchura mediana de un metro que rodeaba todo el recinto que se levantó entre finales del siglo III aC y principios del siglo ii aC (esta es la época de las luchas entre romanos y cartagineses por el dominio de la península Ibérica) y que convivió con el mundo romano hasta que poco después fue abandonado. Si os gusta esta historia, justo es decir que vale la pena de informarse. Más de uno ha vuelto de Céllecs pensándose que se lo había perdido. No es fácil de visitar y el bosque ha hecho vía, estos siglos, escondiendo buena parte del yacimiento.

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