Todo el mundo ha leído u oído la anécdota de tu conversión. La que te llevó a hacerte pastor de la Iglesia Filadelfia. Pero existen muchas versiones, seguramente debido a la cadena de disparates que produce el "boca oído". Explícame cómo fue realmente.
-El día que vi la luz iba en coche a Mataró. Viajaba solo, pero detrás de mí venían, en otro coche, la Xana -bailaora-, su marido y una hija suya. Vi que un hombre hacía una maniobra rara con otro coche y me puse nervioso. Le solté una palabrota. En aquellos tiempos yo era muy violento. Pero aquel día, después de haber tratado así a aquel hombre, me sentí fatal, me enfadé conmigo mismo, murmuré por dentro algo así como: "Peret, ¿cuándo dejarás de estar de mala leche y de alterarte por nada, y de ir con revólver y pistola de aquí para allá?". Era como si de repente me hubiera hartado de mí mismo.Yen un instante -estábamos a la altura de Premià- desapareció la carretera. Los coches, el mar, las casas, todo. Sentí que el cielo descendía y que se partía por la mitad. Esta impresión no debió de durar más de unos segundos, porque sé que en ningún momento dejé de conducir. Después he sabido que muchas personas han vivido una experiencia parecida, y creo que esto debe de tener una explicación muy natural y no relacionada ni con Dios, ni con los extraterrestres, ni con nada por el estilo. No veía nada, ni siquiera veía el volante que sujetaba, pero el cielo sí, y recuerdo que era como si quisiera absorberme hacia arriba. Sentí terror. Había una luz que no puedo comparar con ninguna otra. Entonces me dio la sensación de que también mi pecho se partía por la mitad y que de él salía algo parecido a un chorro de alquitrán. Empecé a sudar y a murmurar palabras inconexas. Y de repente todo volvió a aparecer, la carretera con los coches, las casas...
"Como precisamente aquel día la Xana y su familia tenían que ir al culto de la Iglesia Filadelfia, cuando llegamos todos juntos a la finca fui hacia Santa [esposa de Peret] y le dije: ´Vamos al culto enseguida´. Porque la luz estaba relacionada con el Amor, eso sí que lo sabía. La luz me dio algo que yo estaba pidiendo a gritos. Y, de hecho, si propuse ir al culto inmediatamente era porque necesitaba aferrarme a algo que me permitiera empezar a repartir ese Amor. Si aquel día la Xana y su marido hubiesen ido a un bar en lugar de a la iglesia, quizá yo no habría propuesto ir a la iglesia, sino que les habría acompañado al bar y habría empezado a reclutar gente entre los clientes para ayudar a los vecinos que lo necesitaran. Lo que quiero decir con esto es que, cuando hablo de mi conversión, siempre me refiero al descubrimiento del Amor, no a mi entrada en la iglesia".
Después de haber vivido en pisos confortables y en barrios distinguidos como el Turó Parc -formas de vida que cabe señalar que no ha recuperado-, Peret volvió a la calle Salvadors, a una casa que su suegra tenía delante de donde había vivido de niño. Ya no podía permitirse lujos ni una vida holgada, porque su dedicación a la iglesia se lo impedía. No se trataba tanto de un voto de pobreza cuanto de una realidad que debía asumir: había abandonado la vida artística, ya no trabajaba, porque su labor de pastor le ocupaba todo el tiempo y sus cinco sentidos, y porque tampoco le habrían permitido que se dedicara a cantar. Tenía que apretarse el cinturón.
Cuando corrió la voz de su experiencia en el coche, diversas comunidades de la Iglesia Filadelfia intentaron atraerle. Finalmente fue él mismo quien visitó una pequeña comunidad que se reunía en una casa particular, en Rubí, cuyo diácono era Modesto Maya, amigo de Peret desde la infancia. Desde aquel momento se entregó ya en cuerpo y alma a su vocación.
Comentaris