Jon Cake: pastel de queso de autor y con regusto de engin...
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Jon Cake: pastel de queso de autor y con regusto de ingeniería

Ni un año de vida y este establecimiento de Barcelona es uno en lo referente al mundo de la pastelería.

Todavía no hace ni un año que Jon Cake es una realidad y ya se ha convertido en toda una referencia en el mundo de la pastelería. Sus pasteles de queso – de todo tipo, desde parmesà a gorgonzola, pasando por el cabrales o el de raclette- son toda una referencia y la prensa especializada ya lo ha etiquetado cómo 'el mejor pastel de queso de la ciudad' y entre los mejores de todo el Estado.

De hecho, son el único local de Barcelona que tiene una tienda especializada en pasteles de queso. Sea por eso, o por la calidad de los productos, Jon Cake está triunfante. Detrás del proyecto hay Jon Garcia, un pastelero e ingeniero aeronáutico que ha decidido apostar por su auténtica pasión, la cocina. Y, de momento, parece que le está saliendo bien.

De la Ingeniería al obrador

Garcia acabó Ingeniería Aeronáutica a la ESEIAAT, a Terraza, el 2015. No lo estudió del todo convencido, porque ya tenía la hostelería en el cabo, pero en casa – que venían del sector- le sacaron del cabo. Un golpe graduado, trabajó a CESA, una empresa de componentes hidráulicos para aviones de Madrid durando un año. Después entró a una consultoría de I+D y acabó en el ámbito de la petroquímica a Boston Consulting Group.

Garcia acabó Ingeniería Aeronáutica a la ESEIAAT, a Terraza, el 2015. No lo estudió del todo convencido, porque ya tenía la hostelería en el cabo, pero en casa – que venían del sector- le sacaron del cabo. Un golpe graduado, trabajó a CESA, una empresa de componentes hidráulicos para aviones de Madrid durando un año. Después entró a una consultoría de I+D y acabó en el ámbito de la petroquímica a Boston Consulting Group.

Volviendo hacia Cataluña gestó su proyecto de pasteles de queso a pesar de que reconoce que, antes de esto, no había quedado nunca cabe de bien. Veía que sin una gran inversión – otras ideas requerían- y solo con un horno, una bateadora y varios moldes, podía empezar a trabajar. Y así lo hizo. El primer paso fue buscar una receta que fuera "escalable" y después, empezar a dar voces para vender sus producciones a través de amigos, familiares y conocidos.

Jon Cake, pues, empezó en casa de Jon Garcia. Él mismo hacía las compras, elaboraba los pasteles, los repartía a domicilio e incluso, se encargaba de la promoción a través de las redes sociales. Precisamente, un día clave en el negocio fue cuando le hizo llegar información a su tatuadora, con 16.000 seguidores, y vio cómo se le multiplicaban los pedidos. Solo habían pasado dos semanas pero ya se buscó un lugar para trabajar más cómodamente. Primero, por también poco tiempo, fue un obrador compartido y después, fue su propio local en el barrio de Gracia de Barcelona. Pudo estabilizarse con unos 50 pedidos semanales y empezó a dedicar tiempos a la marca Jon Cake, con un estudio de diseño, Bipolar, mientras se formó en redes sociales , para poder dar más eco a sus redes, ganar seguidores y crecer en pedidos. Y todo crece de forma exponencial, por lo cual necesitó buscar ayuda y un nuevo local.

Ingeniería detrás la pastelería

Jon Garcia es contundente: no añora para nada la ingeniería. Pero también admite que la formación que ha recibido le ha servido de mucho. "La ingeniería te ayuda a pensar", dice. Y por eso, cruz que ha sido clave su bagaje a la hora de optimizar los procesos. "Sin demasiados medios somos capaces de hacer 110 pasteles al día", aclara Garcia, que cree que es gracias a encontrar maneras, precisamente de aprovechar el máximo todo el que tiene y organizarlo de la manera más eficiente posible dentro de los 45 metros cuadrados del local.

Cuando se le pregunta cuál cree que es la clave de su éxito, Garcia destaca que un punto "primordial" es que el producto gusta y la gente lo comparte y le ganaron clientela. También cree que quienes lo han seguido desde el principio, cuando todavía era él quien repartía los productos a Barcelona y lo Maresme, "se sienten parte", del proyecto. Pero también ve que ser "próximo" lo ha ayudado a fidelitzar los clientes. "Sigo siendo yo quien responde los mensajes", reconoce el pastelero.

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