Castañas y castanyeres: si no es ahora, cuándo?
Castañas y castanyeres: si no es ahora, cuándo?

Castañas y castaneras: si no es ahora, cuándo?

El otoño, del Pilar a la Inmaculada, es el tiempo propio de las castañas y de irlas a comprar cocidas

Ya hace días del Pilar, falta una semana por la Castanyada y nos parece lejos pero por el puente de diciembre queda menos que una cuaresma, seis semanas y pico. Por la Inmaculada se marcharán y entonces ya habrá pasado su tiempo propio. Por ahora no hace frío ni nada que se asemeje pero ya hace tiempo que las hemos dejado de asociar a la lana que abriga. Pero las tenemos allá, palplantades. Hablamos de las castanyeres, de las paradas para comprar castañas. Una anticualla escénica, algo que hace ancestral, familiar, antiguo y bonito a la vegada. Una obsesión por mucha gente, que es devota de las castañas.

Las castañas son cómo las hojas de los árboles caducifolios por el suelo, elementos que cuándo aparecen nos hacen avinente que el tiempo pasa, que el otoño avanza, que se acerca Todos los Santos y después ya se encenderán lucecitas. El andar del año parece irregular, en el calendario, con épocas que se hacen saltos y otros que las semanas parece que arrastren los pies. El otoño es manso. El cambio horario empeorará todavía más esta sensación, la semana que viene. Pero al menos tenemos aquello que nos gusta, de ahora. Un día hablábamos de granadas , la semana pasada de los caquis. Hoy tocan las castañas.

Cuando llega esta época del año y las castañeras paran sus rudimentarias paradas, se impone aquella pregunta (hecha título de libro imprescindible de Primo Levi, y perdonen la comparación banalizando) de: si no es ahora, cuándo? Las castañas tienen un tiempo y pasan para ser de los pocos frutos que escapan de la difuminació incluso obscena de las temporadas que hay ahora. De castañas se comen cuando hay. Y hay cuando se venden a pie de calle. Por eso o comes cuando toca o será demasiado tarde. Volvamos: Si no es ahora, cuándo?

Gustan mucho o no gustan

Tengo una amiga que siendo una atracción a la castaña cocida que si yo fuera un psicólogo de la sanidad privada con ganas de hacer duros a cuatro cáscaras le esbozaría algo similar a un trastorno obsesivo compulsivo. Esto es una exageración pero sirve para trenzar la jugada. Las castañas corresponden a la división propia de productos y frutos que generan una extrema discrecionalidad al suyo cercando. O te gustan, con entusiasmo o tiendes a refutar-las. Hay quién se hace el tradicionalista (más de Amades que de los carlins, se entiende) y solo entoma por la Castañada, cómo si el calendario fuera un trabuc a punto de nuca que los amenazara de cumplir con el que toca, estalle quién estalle. Hay gente muy extraña.

castanyes torrades

castañas tostadas

Algunos de los que racionen las castañas lo hacen, con razón, para sufrir en temas digestivos. Cómo siempre es más lo cuánto que no lo qué, pero sí: las castañas son fieles a su nombre y para duodens sensibles pueden tender a la molestia. Le joden castaña vaya.

Y hay los que directamente no los gustan. Si son discretos, ningún problema. Si son de estas personas que necesitan comunicarlo y hacer entender que su elección (no comer) es la buena, curaos en salud y el próximo día sentáis a otra latitud de la tabla. Porque será reincidente.

Las castañeras y las castañas a la llama

Pero por suerte por los entusiastas, cómo mi amiga, tenemos castañas y castañeras Y las tenemos donde siempre. Y son las de siempre. Y están desde el mediodía hasta alargar el anochecer, allá palplantats. De lunes a domingo. Son de tradición, de estirpe, de oficio. Y tienen todo un ritos y una estética alrededor que sin todo aquello sería imposible que las castañas tuvieran el gusto que tienen. Por cierto, decimos las castanyeres (femenino genérico genuino siempre, aunque sean hombres los que trabajan: sin forzar, dedicado a los amantes de las giragonses lingüísticas forzadas).

Hablábamos de los ritos y a pesar de que no haya ni ningún protocolo ni nada por el estilo, el que tenemos a las castañeras de la ciudad es el nuestro y hay que velar. La estética, la cura del fuego, el aprovechamiento de cajas y palets. Los utensilios, la negrura, el dring de las chispas al remover, la cocción de los moniatos, la pizarra con los precios, el cajón hermético de las que ya están hechos. La constancia de la denominación de origen (gallegas casi siempre) de las propias castañas. La castanyera que siempre reniega que "ya no se venden tantas cómo antes"... todo es un cliché atrapado en el tiempo. El último cambio, inflaciones a banda, debería de ser el de la peseta por el euro.

Las castañeras de Mataró , además, sirven la castaña muy tostada. A la llama. Cuando vas fuera y voces cómo las hacen aprecias cambios. Somos de cosa candente aquí. Cuando comes castañas te ensucias de lo lindo. Hay lugares donde las hacen con fuego más indirecto, más señoras. Peores, seguro. A Girona, por ejemplo, que las castañas amenizan las inminentes ferias de Sant Narciso, cómo que son de mear colonia podréis encontrar unas castañas menos hechos y unas paperines diferentes. Volvemos al Maresme, donde las castañas no entienden otros formalismos. muy negros, en su punto. Contoneos cuando ya están hechos por la propia castanyera porque hagan de buen pelar. Buenas, muy buenas.

Pueden apetecer de postres o para merendar. Las puedes comer acabadas de hacer y serán buenísimas o tenerlas ya y calentarlas. Si lo haces al microondas, espurneja- un poco de agua, que no se sequen demasiado, que conserven la carnositat aquella amarilla en plenitud. Y si te las haces en casa, recuerda segarlas con un corte porque no acontezcan pequeñas bombas que te puquin dejar el ojo tuerto.

Sin castañas y castañeras sería cómo si todavía no estuviéramos. Los que se deleixen porque llegan sufrían, hace un año, cuando con toda la pesca de una Covid que surfejava oleadas arriba pareció que había menos. También últimamente hay castañeras que se han adornado, más cuidadas. Ya se lo harán. Si no fuera por toda aquella cosa rudimentaria, por el tacto negro de las manos trabajadas y el aspecto básico de la paperina, todo el ritual perdería mucha gracia. Coméis castañas, vais a las castañeras, hacéis otoño que después vendrá Nadal. Y cómo decía la abuela, después de Nadal ya venden Las Santas.

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