Cuando eres alcalde o concejal de cultura del Ayuntamiento de Mataró, cada Miércoles de Ceniza debe parecerte que necesitas ir al otorrinolaringólogo porque te zumban los oídos de lo lindo. Por suerte, o por desgracia, el episodio dura poco: lo que dura el testamento de Pellofa. Las 'dejadas' del Rey ya fallecido, pronunciadas por la notaria, son el manifiesto contestatario más importante de todo el Carnaval incluso por encima del pregón o de lo que diga y haga Pellofa en vida. Y en este año de recuperación 'popular' de la figura, el testamento fue fiel a su bramido y cargó tintas contra los recortes culturales del gobierno municipal.
Al alcalde David Bote y a la concejala de Cultura Heidi Pérez les tocó, ayer, el mal del Miércoles de Ceniza. Fueron los principales destinatarios de las últimas voluntades de Pellofa, pronunciadas en un Parque Central lleno hasta la bandera en el que la Cofradía del Entierro acertó al estrenar una pasarela central que permitía, a los presentes, ver mucho mejor tanto la llegada del séquito como la posterior lucha entre fuerzas carnavalescas y cuaresmales.
Repaso a la actualidad El testamento de Pellofa criticó a la concejala de Cultura y su excusa para recortar los Tres Tombs (el famoso "no arraigo") dejándole "un pelín de vergüenza y un manual de excusas". Del alcalde recordó la paternidad, leyéndole pañales y deseándole que no pueda dormir. Pellofa también criticó la Torre Barceló, que calificó de bodrio, pidió la paz diciendo que escupía "a los terroristas y a los judíos que matando creen que irán directo al cielo" y tuvo tres estrofas de recuerdo para Lluís Hugas, de quien reivindicó el carácter y el trabajo también por el Carnaval.
Sobre los recortes en Cultura, el testamento fue elogioso con la nueva Comisión de Carnaval por no cobrar (no como el Pellofa profesionalizado de 2023) y acabó reivindicando que se invierta en la cultura como herramienta para todo lo que supone.
Una vez incinerado simbólicamente el cuerpo de Pellofa y acabado el ceremonial, el Parque vio la victoria rutinaria de la Cuaresma y la aparición de la Vieja del año, que firma Jaume Parera y Boix y que fue llevada a entronizar en la Plaza de la Pescadería.
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