Agua y el ciclo natural.
Agua y el ciclo natural.

Bioeconomia, una nueva manera de mirar el agua

Se calcula que cerca de mil millones de personas, especialmente en zonas de la África, tienen dificultades para acceder al agua. Una situación agravada por la contaminación de las aguas en muchas partes del mundo

La agua es un elemento fundamental para la preservación de la vida a nuestro planeta tal como la conocemos. No tendría que sorprendernos, por lo tanto, que uno de los objetivos de desarrollo sostenible creados por las Naciones Unidas, el objetivo número seis, esté relacionado precisamente con la limpieza y saneamiento de las aguas y se centre a garantizar la disponibilidad a todo el planeta con condiciones sanitarias adecuadas y asegurando una gestión sostenible.

Incluso antes de la creación de los ODS, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, el julio del 2010, una resolución que reconoce el agua potable y el saneamiento básico como un derecho humano esencial. Pero el cierto es que todavía hay grandes dificultades en muchas zonas del planeta para acceder al agua potable. Se calcula que cerca de mil millones de personas –especialmente, en la África– tienen dificultades para acceder. Esto se agrava todavía más con el problema que supone la contaminación de las aguas en muchas zonas del mundo.

Si a todo esto añadimos el papel fundamental que juega el agua en muchos sectores económicos, especialmente en la agricultura, pero también en muchas actividades industriales que utilizan el agua de alguna manera como parte de sus procesos productivos, tenemos que reconocer que, cuando hablamos de agua, hablamos de un elemento capital, no sólo en la preservación de la biodiversidad, sino también para asegurar la calidad de la vida humana.

Un cambio de mirada

Más allá de las no siempre eficientes declaraciones de los organismos internacionales y de las acciones locales que pueden tomar los diferentes gobiernos, cumplir la agenda 2030, en especial con el objetivo número seis, depende de un cambio radical en la manera como miramos nuestro planeta y en la forma con que llevamos a cabo todo tipo de actividades económicas, tanto de consumo como de producción. Los economistas, como otras muchas profesiones, tendríamos que ser más iconoclastes y beber más otras disciplinas. Por eso reflexionaré primero sobre algo que puede parecer meramente terminológico, pero que presenta un alcance profundo.

Los seres humanos nos hemos acostumbrado a considerar todo aquello que la natura pone a nuestro alcance como "recursos". Todo, el agua también, acaba siendo un recurso y, como tal, el ser humano es soberano y todopoderoso. Puede hacer y deshacer como considere. Cuando observamos como especie que empezamos a tener problemas con este recurso (aquí no tenemos, allá no tiene suficiente calidad, etc.) reaccionamos a la manera humana: con acuerdos, declaraciones, leyes, inversiones o cualquier otra cosa que nos permita pensar que revertiremos la situación. Y el más curioso es que, a veces, lo conseguiremos, aunque sea de una forma incompleta o efímera. Sin embargo, el principal problema rae en el hecho que los seres humanos no estamos acostumbrados a pensar que todo aquello que encontramos en nuestro planeta no es un recurso a nuestra disposición, sino que es parte de un ecosistema del cual formamos parte y que tenemos que respetar si queremos evitar que acabe se nos acabe revelando. En buena parte, nosotros somos agua y el agua somos nosotros.

En el largo plazo, este cambio de mentalidad como especie es mucho más importando que todas las declaraciones, medidas o inversiones que podamos pensar. En un ecosistema no hay recursos ver a la manera humana, sino que todos los organismos que lo ocupan nos interrelacionamos entre nosotros y con el medio físico que nos acoge. Un ecosistema pretende mantener el equilibrio que asegure la existencia. Así, el agua no es un recurso, es un elemento clave que sustenta el ecosistema. Cuando se empiezan a mirar las cosas de diferente manera, incluso a emplear palabras diferentes para definir conceptos que antes conocíamos de otra forma, aquí es donde empiezan los cambios profundos.

Respetar el ciclo natural del agua

Tenemos que reconocer que los humanos hemos conseguido avenço. Hemos acuñado, por ejemplo, el término de economía circular, que avanza imparable y por el cual los procesos económicos y productivos incorporan desde su diseño la necesidad de reciclaje de los materiales utilizados para su reutilización productiva o su reinserción a la natura. Es un gran adelanto, pero todavía se basa en el concepto del recurso. Es verdad que con más respeto, pero todavía con la conciencia de su escasez y de la necesaria eficiencia económica como puntos centrales de su aplicación.

Nuestros adelantos en el pensamiento humano han lanzado el concepto de biomimètica para definir la forma con que las diversas actividades humanas pueden inspirarse en el comportamiento de la natura, tanto para ser más eficientes como para poder integrarse de forma armónica en el ecosistema del cual formamos parte. Estos adelantos también se han trasladado a la economía y en el mundo de la empresa con conceptos como la bioeconomia y la biomimètica organitzacional, que empiezan a disfrutar cada día de más implantación. Precisamente, la biomimètica organitzacional puede acontecer una excelente manera de abor

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