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Carla Cañete

En Navidad, de primero, la compañía

Carla Cañete explica como se viven las navidades enla residencia Alarona de la Fundación El Maresme

Si es duro bregar con una discapacidad intelectual, más lo es en Navidad. Sobre todo si, como les ocurre a David Jordán o a Eduard T. , la familia ya no está y el plan que queda es pasar las fiestas solo. La Fundación el Maresme trata de que personas con estas dificultades no añadan a sus problemas la soledad en estas fechas. Hemos estado en la comida de Navidad de la residencia Alarona, y esto es lo que nos han contado mientras se cocían los galets.

A las 7 de la tarde, del día 24 de diciembre, David ya lleva un rato sentado en casa con María, repasando en silencio la colocación de las piezas del pesebre. Cuando llega el frio y se acerca diciembre, en todas las casas se empieza hablar sobre la gestión de los días 24, 25 y 26. Se plantean, idealizan o alternan diversos escenarios posibles, hay familias que juntan a más de treinta personas en la mesa, hay quienes prefieren hacerlo más íntimo, algunos querrían partirse en dos para poder estar en varios sitios a la vez y para muchas otras personas, por diversas y variadas, razones estas fechas suponen todo un reto.

David Jordán siempre había celebrado estas fechas tan significativas con su familia, pero desde que sus padres murieron y está en el SAVI (Programa de Apoyo para la Vida Independiente), sus navidades son distintas.

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En David, en Navidad. Foto: Carla Cañete

 

Durante el año, David trabaja como jardinero de lunes a viernes en un centro especial de trabajo des de hace más de quince años y comparte piso, bajo la supervisión del SAVI  (Programa de Apoyo para la Vida Independiente), con su compañera y gran amiga María Ortega. Ambos son personas con diversidad funcional, María cumplió los cincuenta este año y David los cuarenta y dos.

Comparten un piso muy acogedor que, a principios de diciembre, todos los años decoran con elementos navideños. En el comedor especialmente no falta detalle, allí encontramos el árbol, el belén, el calendario de adviento y las pegatinas de gel en la ventana. 

María y David se conocen y viven juntos desde hace muchos  años, a ella le encanta la navidad y este año organizó su agenda a principios de mes. La noche del 24 cenó con sus primos y el 25 y 26 fue a comer con la familia de Fernando, su novio. Lo que más le gusta a María de la Navidad es poder compartir tiempo con la gente que quiere, los pequeños detalles y decorar su casa. ‘’Este año David ha querido decorar la casa conmigo, hace unos años no le gustaba nada’’, cuenta María, y es que para David las navidades tienen un sabor agridulce, disfruta y celebra estos días,  pero echa de menos y recuerda a su familia. Antes de que su madre muriera lo celebraba con ella y posteriormente con sus primos.‘’Cada vez me vuelve a gustar más la navidad, lo único que no me gusta nada es el caga-tió’’, confiesa David Jordán, que piensa que la tradición catalana de hacer cagar el tió únicamente tiene gracia para los niños muy pequeños, pero que para él que es un adulto no tiene ningún tipo de sentido. 

Aunque los dos, algunos días marcados, tengan planes diferentes, aprovechan el resto de días de vacaciones para invitar a sus amigos y amigas a casa, buscando cualquier excusa para juntarse y encontrarse todos, ya que tanto María como David coinciden en que durante la pandemia, lo peor fueron las restricciones que no les permitieron disfrutar de estar juntos en grupo.

En David amb el pessebre. Foto: Carla Cañete
En David con el pesebre. Foto: Carla Cañete

 

La coordinadora del SAVI (Programa de Apoyo para la Vida Independiente), la psicóloga Mireia Martín juntamente con un gran equipo de profesionales se encargan de atender a cada una de las personas del servicio de manera personalizada. ‘’Partimos de la idea de que cada persona es única y diferente, en este programa tenemos la suerte de poder tratarlas como es, no todas las personas que nosotros atendemos necesitan el mismo tipo de apoyo’’ , explica Mireia. Cuando se acerca la navidad, la coordinadora habla con todas las personas atendidas sobre como tienen pensado celebrar las fiestas, les pregunta si van a ir con sus familias e intenta proporcionar alternativas para personas como David, que si no fueran por el servicio del SAVI podrían encontrarse solas un 25 de diciembre. En estos casos, se plantean varias opciones, en el caso de David, igual que el año pasado, irá a celebrar el día de navidad con un grupo de personas que viven en los centros residenciales de la Fundació el Maresme que, por diversos y variados motivos, no van con sus familias y se reúnen todos en una casa para comer. También para celebrar la navidad y despedir el año, desde la institución, se organiza una cena para encontrarse y se organiza un amigo invisible, para que todas las personas regalen y reciban un regalo.  

25 de diciembre 

Este año, todas las personas con cualquier tipo de diversidad funcional atendidas en el servicio residencial de la Fundación el Maresme que no tienen familia, o no han podido celebrar las navidades junto a ellas, se han reunido en la nueva residencia Alarona de Mataró para disfrutar del 25 de diciembre. Hacia la una del mediodía, han ido llegando todas las personas invitadas, David ha llegado con una camisa roja , con un estampado  de elementos navideños muy divertida que le regaló María, su compañera de piso, el año pasado. Las educadoras tenían todo preparado, al ser un día especial tocaba un menú especial, no podía faltar la sopa de caracolas de primero y pollo en salsa de segundo. ‘’Mi menú es diferente, lo han preparado especialmente sin gluten para mi’’, explica David con una sonrisa, mientras comenta que es celíaco y explica qué tipo de alimentos no puede comer. Escuchando una lista de reproducción de canciones navideñas esperan para sentarse en la mesa.

La Maria Ortega, al menjador de casa seva. Foto: Carla Cañete
Maria Ortega, en el comedor de casa suya. Foto: Carla Cañete

 

Una Navidad a medida

Muchas personas con discapacidad intelectual han pasado por diversos centros residenciales a lo largo de su vida, en algunos casos desde la primera infancia y no han tenido una familia al lado, siendo instituciones y entidades sociales las que, de una manera más o menos amorosa, han velado por ellos. Eduard T. es otra de las personas con diversidad funcional que actualmente reside en Alarona, perdió a su madre cuando era muy joven y para él, igual que para muchos otras personas que están en una situación parecida, la navidad no es lo mismo. ‘’Me gusta celebrar la navidad en casa con mis compañeros, con las educadoras hacemos cosas especiales y nadie parece estar triste’’, cuenta Eduard, que lo que más le preocupa es ver a la gente de su alrededor apagada. La Fundació el Maresme cuenta con cinco centros residenciales en los que viven un total de 64 personas que reciben una atención de calidad  cercana y cálida, rompiendo con el concepto de residencia y apostando, de una manera firme, por un formato casa, un espacio en el que las personas se sientan seguras, protegidas, cómodas y, en definitiva, sean felices.

 

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