Un golpe de calor es el que pasa cuando sufrimos hipertermia, subida de temperatura corporal repentina. Los perros también lo pueden sufrir, de forma temporal o permanente y pudiendo, inclús, suponer la muerte. Por eso, hay que tener en cuenta cómo detectar un problema de este tipo.
Los más habituales son: respiración rápida y forzada, dificultad de movimiento, tambaleo, alteración de la salivación, lengua azul. Esto pasa muchas veces por el alta temperatura exterior, por la humedad, por los espacios reducidos, no tener agua a disposición, falta de sombra, tierras de cemento que se calientan muchísimo... Y sobre todo los que más riesgo tienen de sufrirlo son los más jóvenes o más viejos, los que tienen dolencias respiratorias, los obesos, los de piel oscura y los que acaban de hacer ejercicio.
Qué hacer ante un golpe de calor
Ante un golpe de calor hay que contactar con el veterinario e informarle. La primera medida de auxilio tiene que ser bajar la temperatura corporal del perro, pero no de forma repentina: se lo puede mojar con agua, pero no demasiado fría, y se los puede dar agua para beber pero sin que se precipite bebiendo demasiado rápido. No es recomendable ni taparlo con toallas ni bañarlo con agua fría o hielo.
Los golpes de calor se pueden evitar dejando siempre agua fresca accesible a los perros, permitiendo que estén en zonas amplias y ventiladas, dando de comer a primera o última hora del día, no a las horas de demasiado calor, evitando ejercicios bruscos y no dejándolo nunca dentro de los coches.
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