vino alonso
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Vino de Cariñena, la alegría de la feria de este año!

El vino bueno de esta localidad aragonesa no falla a la cita y acompaña los xatos de un barquillo: un estallido de dulzura

Por ignorancia o carencia de experiencia aquí escribe un que no es consciente de si la localidad aragonesa de Cariñena es demasiado guapa o no. Tiene historia y llamada, pero situada a medio camino de Saragossa y Calatayud es norma que pares en la capital o a la parada intermitja camino de Madrid, más que no a Cariñena. El topónimo, pero, remite al vino. Tiene denominación de origen y buena requesta. Y la conexión con Mataró la encontramos a la Feria.

Desde el pasado viernes y hasta domingo, la Feria es en el recinto cerrado del Parque Nuevo y en el paseo arriba y abajo, entre atracciones (ritual compartido y que reconcilia los mataronins con aires de la antigua normalidad) es la cosa más normal del mundo que uno se note sediento y busque con qué regalimar-se un poquito. Ya repasamos aquí algunos elementos gastronómicos identificativos de la Feria y citábamos el vino de Montroy pero los que ya hayan hecho hacia el Parque quizás paran locos buscando la típica caseta de este vino valenciano. No ha venido. Quien no ha fallado es la buena gente de Cariñena a quien encontraremos al lugar habitual. Son otros clásicos y su vino bueno fresco es todavía más adecuado con el calor de este año.

La alegría de la feria viene pues de Aragón y acompañan con un barquillo dulcísimo el trago de vino propio del "vino añejo" de la localidad. De acuerdo con las restricciones tienen zona propia para hacer el tanto. Si hay poca gente se puede hacer a la barra. Gotet (o vaso triple, por los de lengua más larga y hígado más entrenado) y barquillo. Adentro. Un vino goloso, que fresquet y con el regusto dulce acompañado del barquillo ni el notas pero va tirando trabajo. Conviene desplegar la cordura nostrat para no abonarte en exceso.

vi añejo de cariñena

Hay quién echa el barquillo dentro

El otro Montroy

Entre la broma y la reivindicación, a poco que hagas conversación entre xatos (el vaso literalmente xato típico de entomar este vino dulce) la chica de la parada de la parada del Vino Añejo Alonso te explica que "el vino es cómo el Montroy pero nosotros lo servimos con más carinyo". La escenografía de la caseta es de las clásicas, con tres 'mozos' en formado muñeco, vestidos de bonos 'baturros' pero un poco decolorados por el paso del tiempo, aplastando la uva. Las casetas de vino de la feria, sin este elemento entre icónico y kitsch, no serían el mismo.

Dicen los que saben que la gracia del vino dulce es la uva sobremadurat, la tipología, el envejecimiento en bóta durante 18 meses. Tiene color de azúcar quemado, casi marronós y un aroma especiat que engaña y remata la dulzura. Es un vino de aperitivo o postres, cómo una qué y se sirve fresco, quizás incluso más frío a las ferias donde el tragí incluso acentúa la siete.

Cómo tantos otros grandes inventos, la caseta de vino de Aragón no tiene absolutamente nada de excepcional pero reúne todos los ingredientes del por qué gusta tanto la feria. Autenticidad, un aire pretérito, parafernàlia y buen regusto. Gracias a los Alonso para no faltar y endulzar esta feria tardía de este año.

 

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