Capgròs
El nyoqui, o los nyoquis, son uno de los platos más tradicionales de la cocina italiana. Históricamente era uno de las comidas por excelencia entre las clases más desfavorecidas del país mediterráneo pero, cómo ha pasado con otros ingredientes o platos, se ha acabado convirtiendo en una propuesta gastronómica universal que no distingue fronteras ni distribuciones sociales.
El bloque Gastronosfera, en un artículo de Anna Tomàs, explica que en muchas zonas de Italia se atribuye a los nyoquis la virtud de invocar la prosperidad a aquellos que comen. Algunas leyendas narran el origen de esta creencia popular.
Por ejemplo, detalla la misma página web, aquella que relaciona los nyoquis con un milagro atribuido a Santo Pantaleó. Resulta que Pantaleó era médico personal del emperador Galeri hasta que se convirtió al cristianismo. Cuando se descubrió su conversión y pasó a ser perseguido cómo tantos cristianos, andaba el hombre huyendo del martirio, perdido y hambriento... entonces encontró acogida en casa de unos labradores que le permitieron descansar un rato y le ofrecieron compartir su comida. Eran nyoquis! A la hora de despedirse, y como muestra de agradecimiento, los auguró que su próxima cosecha sería abundante y espléndida, cosa que, evidentemente, se cumplió.
Los verdaderos gnocchi, apunta Gastronosfera, son pequeñas bolas de patata hervida que se preparan de muchas formas diferentes según las costumbres de las diversas regiones italianas. Así, en algunas zonas del Piamonte añaden a la demasiada de patata claras de huevo a punto de nieve; en otros lugares harina blanca, de centeno o de castaña; a la Toscana, queso ricotta y espinacas, e incluso, al Trento, preparan gnocchi di pane, con pan tachado. Suelen servirse acompañados de mantequilla y salsa de tomate, con hojas frescas de burra o perejil por encima.
Los nyoquis se pueden cocinar de muchas maneras y esto siempre dependerá de la creatividad del chef, pero básicamente estamos hablando de un plato fácil que se complicará en función de la creación culinaria que estemos dispuestos a hacer. En realidad, si eres perezoso o un cocinero absolutamente sapastre, puedes cocerlos y bastante. Con un rajolí de óleo y un ligero toque de sal ya quedan buenísimos. Si tienes ganas de convertirte en el Ferran Adrià o la Carme Ruscalleda de casa tuya, puedes inventar con salsas; soja, jengibre, gorgonzola, cremosa de espinacas, de pimientas, de tus setas preferidas, etcétera. O también puedes jugar con ingredientes cómo el tomate, la nuevo, el bacon o los quesos que más te gusten.
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