Joan Salicrú

Y las campanas de Santa Maria sonaron

Crónica de la reposición de Morir en Bagdad el sábado día 20 a la Basílica de Santa Maria

A las doce y pocos minutos de la noche de sábado, día 20, las campanas de Santa Maria repicaron a muertos. Era la sorpresa final que habían anunciado Josep Rodri y el Colectivo de Teatro por la Paz para cerrar el espectáculo Morir en Bagdad en una reposición que tenía lugar un año después del inicio de la guerra en Irak y ocho meses después de que la pieza se estrenara en la ciudad. En esta ocasión el espectáculo congregó unas trescientas personas en el interior de la basílica, que estaba totalmente a oscuras: «No fue todo lo bien que al huerto porque había mucho ruido; no se conseguía el silencio y el recogimiento que perseguíamos», comenta pasados tres días Josep Rodri. De todas maneras, el director cree que el día era especial y que el final fue emotivo. Y a fe que tiene razón, porque el show final del espectáculo puso la piel de gallina a todos los asistentes, conscientes como nunca de la catástrofe humanitaria -con sólo que hubiera habido un muerto ya lo habría sido y dicen que hubo cinco mil– que provocó la guerra en Irak. No había nadie que riera, hablara, casi ni que parpadeara, cosa que no pasa a menudo en un espectáculo.

Ahora, el Morir en Bagdad, lejos de quedarse en nuestro recuerdo iniciará una gira que lo traerá por varias ciudades catalanas y otras del estado. Parece que la ida en San Sebastián es casi segura. Y por lo tanto, que la obra se traducirá al castellano. Pues por mucho años. Y que muchas iniciativas mataronines también tengan este éxito.

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