El bloc de pisos on hi ha l'habitatge de nou ocupat a Rocafonda
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El bloc de pisos on hi ha l'habitatge de nou ocupat a Rocafonda

No dura vacío ni un solo día: el piso desalojado en miércoles en Rocafonda vuelve a estar ocupado

El fondo buitre propietario del piso ha conseguido echar la familia que vivía después de 10 intentos, pero no le ha servido para nada, algo poco sorprendiendo cuando 10 de las 14 viviendas del bloque están ocupadas

"Teníamos clarísimo que no pasaría ni un día sin que ocuparan de nuevo el piso, y así ha sido". La presidenta de la comunidad de vecinos del bloque de la carretera de Mata, en el barrio de Rocafonda de Mataró, donde ayer miércoles se llevó a cabo el desalojo de una familia con dos menores, entre ellos una niña discapacitada, ha visto confirmados sus peores presagios. El piso desalojado ya tiene nuevos inquilinos ilegales. "Las mafias vigilan constantemente, sabían que quedaría vacío, y como hemos vivido en otras ocasiones, no dejan pasar ni un día para colocar algún otro pretendiente", explica Marta Buch, cansada de una situación tan previsible como absurda y que se ha repetido en otros años.

La situación de este bloque, de construcción relativamente reciente, es bastante compleja. De los 14 hogares que lo conforman, 10 están ocupados ilegalmente y solo en cuatro viven sus propietarios legales, incluida Buch. Una situación que se remonta a hace poco más de cuatro años, cuando en cuestión de días ocuparon todos los pisos que estaban vacíos. "Fue durante un puente de la Purísima, nos reventaron el cerrojo de la calle y cuando lo cambiamos no tardaron nada en romperlo de nuevo, así que ya sabíamos qué pasaría", rememora Buch.

Desnonament al barri de Rocafonda

Desahucio en el barrio de Rocafonda

Pronto el bloque se llenó de ocupantes, y la presidenta de la comunidad decidió que, a pesar de la anomalía de la situación, actuaría como marca su rol. "Hice un bombín nuevo en la entrada y nuevos juegos de llaves y fui a cada piso a ofrecerlos", recuerda. En un primer momento nadie le abrió la puerta; la primera familia en hacerlo fue la de Moha y Najlae, la pareja con dos hijos a quienes finalmente desalojaron ayer miércoles en el undécimo intento de desalojo judicial.

"Finalmente pude hablar con todos, a menudo en francés porque muchos de ellos, de origen magrebí, no entendían ni el catalán ni el castellano, y les dije 'yo quiero ser la presidenta de todos, no quiero diferencias entre nadie, lo que pase puertas adentro de cada casa es problema vuestro pero la comunidad es mía y la quiero limpia, ordenada y sin conflictos'. Y así fue", rememora Buch.

Excepto algún caso concreto que la propia comunidad, con diálogo, logró solucionar, el perfil de los ocupantes de los pisos que estaban vacíos siempre ha sido muy tranquilo y poco conflictivo. "Tengo un grupo de WhatsApp con todos los residentes, ocupantes y no ocupantes, donde tratamos cualquier problema que surja, y se soluciona", explica la presidenta, que asegura que no sabe cuánto tiempo durará esta suerte. "Esta dinámica se puede romper cada vez que queda un piso vacío y lo ocupan de nuevo", señala.

Manifestants contra el desnonament

Manifestantes contra el desahucio. Foto: Cedida

Las mafias que ocupan pisos para revenderlos o alquilarlos, muy activas en Mataró, tienen este edificio de la carretera de Matam entre ceja y ceja. Y cada vez que alguien se marcha, es cuestión de horas que vuelvan a entrar. Hace unas semanas, explica Buch, se produjo un intento previo de desalojo de la familia de Moha y Najlae, que se pudo detener en el último momento. La pareja tuvo que ir a los Juzgados de Mataró para firmar la suspensión del lanzamiento; cuando volvieron a casa, en cuestión de muy pocas horas, se encontraron el piso ocupado. Casi en un abrir y cerrar de ojos.

Han hecho falta once intentos de desalojo para echar a los actuales inquilinos pero el inmueble no ha durado vacío ni un suspiro

Ante este hecho, todos en el bloque de la carretera de Matam sabían al 100% que, cuando se produjera el desalojo de la familia, el piso no duraría vacío ni 24 horas. Y así ha sido; ayer mismo fue ocupado de nuevo. Cerberus, el fondo buitre propietario del piso, ha necesitado once intentos de lanzamiento por la vía judicial, para echar a una familia que no generaba ningún conflicto, que había reclamado pagar un alquiler social como contempla la legislación actual, que tiene una hija con discapacidad médica del 45% acreditada por informes médicos. No ha querido negociar en ningún momento; de hecho, según explican los movimientos sociales por el derecho a la vivienda, es imposible dialogar con estas organizaciones, y la propia Buch también lo lamenta: "ojalá tuviera al menos un nombre o una cara al otro lado con quien poder hablar para que supieran cuál es el precio que pagamos por sus acciones, pero no hay manera". Cerberus no ha parado hasta echarlos, pero el inmueble, como todos preveían, no ha durado vacío ni un suspiro. Una situación kafkiana que tiene a los vecinos de Rocafonda totalmente hartos y que muestra lo lejos que se está de encontrar una solución al problema de las ocupaciones y de la falta de vivienda en ciudades como Mataró.

 

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