Dos indigentes en la plaza de Santa Anna
Dos indigentes en la plaza de Santa Anna

M.Cuello

Los vecinos se quejan de las peleas entre los indigentes

El Ayuntamiento considera que se un problema difícil de resolver y que los ciudadanos no pueden obviar esta realidad social

Algunos son muy populares, pero de pocos se conoce el nombre o su historia. La muerte violenta de un indigente el pasado lunes a la plaza de las Tereses ha reabierto el debate sobre la presencia diaria de varios “sin techo” en céntricas plazas de la ciudad. Los vecinos de la Plaza de las Tereses aseguran que este es un problema que hace tiempo que se arrastra. “En varias ocasiones hemos tenido que llamar la policía porque interviniera en peleas suceder entre los indigentes, especialmente cuando van borrachos”, explica en Joan, trabajador del parking. Este es uno de los espacios más afectados de la plaza puesto que los “sin techo” generalmente se concentran en los bancos de última la escalera de acceso. Además, según sus responsables, a menudo usan los lavabos de este servicio para pincharse. Son muchos los testigos que han visto brotes de violencia entra este col•lectivo: “El otra día a media tarde llegó un hombre bebido que no se aguantaba, va escridassar-se y pegarse con uno de una pandilla de seis o siete, pero después de lavarse a la fuente, continuaron juntos cómo si no hubiera pasado nada”, explica José Domínguez, que suyo un rato en la plaza.

Son contados trabajadores de comercios de la zona que aseguran no tener masas problemas con este grupo: “Si venden a pedir pan los regalo una barra de cuarto y si venden bebidos no los hago caso, porque sino todavía es peor”, asegura Maria Jiménez, dependienta de un horno de pan, quien asegura no haber visto nunca peleas. Incluso, algunos entran a consumir en este establecimiento, sin quejas del resto de clientes. Por este motivo la muerte de esta semana ha sorprendido a Maria Jiménez y al resto de trabajadores del horno.

Varios ciudadanos creen que este col•lectivo muestra una mala imagen de la ciudad. “La presencia de estos indigentes en una plaza llena de niños es impresentable, pero la respuesta de la policía y el ayuntamiento siempre es la misma, si los sacamos de un lugar van hacia otro”, dice en Joan. Martes, la mayoría de conversaciones de los ciudadanos concentrados a la plaza, era la misma. “Algo se tiene que hacer con esta gente, porque dan una imagen muy mala en la ciudad”, asegura Antoni Soler. Joan Domínguez lamenta la tragedia: “Realmente es una lástima que alguien acabe su vida en la calle”.

Aceptar una realidad
El Ayuntamiento de Mataró inició ahora hace unos años un plan tranversal para reducir y controlar los indigentes de la ciudad, pero reconocen que nunca se podrá resolver. “Hagamos el seguimiento de treinta personas en situación de exclusión, pero si no quieren aceptar nuestros servicios sólo pueden ser, en casos graves, considerados incapacitados por un juez, proceso que puede durar años”, explica el regidor de Sanidad y Servicios Sociales, Oriol Batista. El consistorio se encuentra entre la espada y la pared. “La policía sólo los puede amonestar si se saltan el ordenanza de civismo o si hay incidentes, pero las intervenciones por peleas son pocas y las denuncias también”, comenta el regidor de Seguridad Ciudadana, Ramon Bassas, quien recuerda que según el estado de derecho los ciudadanos pueden hacer vida a la calle.

Bassas asegura que una mejora estos últimos meses ha sido la dispersión de los indigentes por varios lugares de la ciudad. Ahora hay en la Plaza Santa Anna –las quejas de los vecinos hace dos años llegaron al pleno-, a la Plaza de Santa Maria – los vecinos denunciaban ser víctimas de amenazas por parte de indigentes ahora hace justo un mes-, a la Plaza Can Llinàs y en la Plaza de las Tereses. “Evitar la concentración también tiene cosas positivas, porque en grupos reducidos es más fácil tratar el problema”, dice el regidor de seguridad. Por lo tanto, ambas concejalías piden a la ciudadanía una aceptación de esta realidad social. “La vida es así de plural y los niños y los ciudadanos tienen que conocer y aceptar esta realidad”, sentencia Batista.

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