Imagen de los procesados en el juicio celebrado este lunes
Imagen de los procesados en el juicio celebrado este lunes

capgros.com/efe

Los acusados por el crimen de Lasal admiten su implicación en el suceso

El juicio ha empezado este lunes, día 2, a la Audiencia de Barcelona

Los dos jóvenes acusados de asesinar el vigilante de Lasal han admitido que la madrugada del 24 de agosto de 2004 mataron a puñaladas, a golpes y por asfixia a Herminico C.T., de 66 años, si bien han dicho que su objetivo era únicamente robar la recaudación del local. Los dos acusados han declarado en el juicio, que se ha iniciado hoy a la Audiencia de Barcelona. El jurado popular tendrá que dilucidar si son unos sanguinarios asesinos o unos jóvenes con bajo nivel intelectual que actuaron con torpeza.

La fiscal reclama para cada uno de los dos acusados, Raúl O.R., y Santiago L.R., un total de 24 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía y ensañamiento y otros tres años por un delito de tentativa de robo con violencia con el agravante de utilización de instrumento peligroso. Según la representante del ministerio público, los dos jóvenes se ensañaron con el vigilante, a quién "pudieron haber matado de tres formas diferentes", puesto que le clavaron unas veinte puñaladas, le dieron golpes a la cabeza con una barra de acero y lo asfixiaron con las manos.

Por el contrario, la defensa de los dos acusados sostiene que los dos jóvenes, con problemas psiquiátricos, tienen "pocas luces", puesto que su inteligencia está por debajo de aquello habitual, que su objetivo era únicamente robar la recaudación y que al encontrarse con el vigilante actuaron con "imperícia" en la hora de matarlo, puesto que lo intentaron de tres formas diferentes porque no lo consiguieron a la primera con ningún método. Además, las defensas atribuyen como eximent que actuaron bajo los efectos del alcohol y las drogas y que después de matar al vigilante se quedaron tan "desbordados" que se fueron del lugar sin robar la recaudación del local.

En su declaración ante el tribunal, los dos acusados han admitido que la noche de los hechos quedaron con el objetivo de ir a robar al xiringuito -donde Raúl O.R. había trabajado semanas atrás-, para robar la recaudación. Antes de acercarse en la playa, pasaron por la casa de los dos, donde se armaron con al menos dos cuchillos -como prevención en el supuesto de que un policía impidiera su actuación con una pistola, según Santiago L.R-, una barra de acero, así como guantes y pasamontañas -que no llegaron a utilizar-. Posteriormente, forzaron la puerta de un coche para robarlo, pero lo tuvieron que abandonar porque una vez dentro de no lo supieron arrancar. Por eso, se dirigieron con el ciclomotor de uno de ellos a la playa, donde se escondieron casi una hora en una zona de rocas próxima al xiringuito hasta que a las cinco de la madrugada la zona quedó vacía. Entonces, Raúl O.R. se dirigió a hablar con el vigilante para distraerlo, para facilitar así que su compañero fuera por detrás a forzar la puerta. Sin embargo, Raúl O.R. empezó a discutir con su excompany de trabajo, hasta el punto que decidió sacar un cuchillo de su bolsillo y clavarle la primera puñalada.

Con una frialdad sorpresiva, el acusado ha explicado al tribunal que dio puñaladas sin cesar a la víctima porque este dejara de defenderse, hasta que se le dobló la hoja de su arma blanca. Por este motivo, pidió ayuda al otro acusado, que rápidamente fue a la zona y golpeó al vigilante en la nuca con la barra de acero. Al instante, Raúl O.R., que ya había podido coger el otro cuchillo, seguía clavándole puñaladas. Cómo que, según su versión, la víctima todavía se seguía defendiendo, Raúl O.R se puso encima de él y trató de asfixiarlo con las manso -momento en el cual el agredido lo mordió-. Finalmente, las puñaladas, el golpe a la cabeza y la asfixia acabaron con la vida del vigilante. Raúl O.R retiró el cadáver porque nadie lo viera -empezaba a hacerse de día-, y los dos se fueron a lavar las manos en el xiringuito. A continuación, Raúl O.R. fue a casa de su nòvia a explicarle los hechos y Santiago L.R. a ducharse y a "dormir tranquilamente".

Comentarios