Imagen del juicio
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Condenan a 23 años de prisión los dos asesinos del vigilante de Lasal

Raul Ortega y Santiago Lamata también tendrán que pagar una multa de 1.800 euros

El Tribunal del Jurado de la Audiencia de Barcelona ha condenado Raul Ortega, a 23 años de prisión y multa de 1.800 euros y Santiago Lamata a la misma pena, por los delitos de asesinato del vigilante del xiringuito Lasal así como por dos intentos de robo, uno de vehículo y otro con instrumento peligroso. La sentencia considera que la madrugada del 25 de agosto del 2004, los condenados entraron a robar a Lasal, donde Raul había trabajado hacía unos meses, y asesinaron el vigilante en golpes y cuchilladas, sin llevarse nada del local. Además, un rato antes de cometer este asesinato quisieron robar un coche sin conseguirlo. En el juicio celebrado en junio los acusados reconocieron este crimen.

La sentencia indica que los condenados se pusieron de acuerdo para entrar a robar al restaurante Lasal, una guingueta situada en la playa de Mataró y donde Raul había trabajado de forma puntual los meses anteriores. Por eso, sabía que por las noches había un vigilante, Herminio C.T., de 66 años, que no tenía ningún instrumento de defensa ni formación en vigilancia.

Así, la madrugada del 25 de agosto del 2004 fueron a la zona de los Molinos y abrieron un vehículo para intentar robarlo, para desplazarse ninguno donde había el local. A pesar de hacer un puente, no consiguieron arrancar el coche, abandonando la idea de robarlo y yendo hacia la playa en la moto de Santiago donde traían una bolsa con cuchillos, una barra de hierro, y guantes.

Al llegar al local, encontraron gente en la zona próxima de la playa de Santo Simó, escondiéndose entre las piedras que forman un muro de contención que separa el lugar de la carretera N-II y la vía del tren. Un golpe vieron que la zona había quedado vacía se aproximaron al restaurante trayendo a la mano un cuchillo de cocina de 15 centímetros y la barra de hierro. Mientras Santiago iba a la parte trasera del local, Raul abordó el vigilante dándole varias puñaladas, hasta que el cuchillo se dobló y pidió ayuda al otro condenado.

Santiago le dio un golpe con una barra de hierro a la víctima mientras que Raúl continuaba la agresión con otro cuchillo y asfixiándolo. El vigilante murió como consecuencia de esta agresión puesto que las heridas le afectaron los pulmones, el corazón y el cerebro. Después de matarlo, los condenados escondieron el cuerpo del vigilante para evitar que fuera descubierto fácilmente, a pesar de que después marcharon sin llevarse nada. El cadáver fue encontrado a las séis de la mañana por el personal que limpiaba la playa.

En el juicio celebrado al Tribunal del Jurado de la Audiencia de Barcelona los condenados reconocieron tanto el intento de robar el vehículo, como la muerte del vigilante cuando querían entrar a robar al local. En este sentido Raul, que trabajó un tiempo en el restaurante, dijo que se habían puesto de acuerdo para robar puesto que sabía que no había ningún sistema de seguridad y donde estaba la recaudación, y que mientras él distraía el vigilante el otro entraría por detrás para llevarse el dinero. Por eso, se dirigieron hacia la guingueta esperando que no hubiera nadie cerca, y un golpe allá Raul se puso a hablar con la víctima mientras el otro procesado iba por el detrás con la barra de hierro para intentar entrar.

Aún así, Raul explicó que el vigilante salió con un rastrillo y que él le dio la primera cuchillada mientras la víctima lo pegaba. Después continuó apuñalándolo, unas 20 veces, hasta que el cuchillo se dobló, y por eso pidió ayuda al otro procesado que entró con la barra de hierro y dio un golpe al hacia la víctima. Raul tuvo tiempo para coger un segundo cuchillo y continuar agrediendo el vigilante 'hasta que dejó de defenderse', y que también lo estranguló 'y él me mordió la muñeca'.

Después de la agresión, Santiago marchó corriendo, mientras que Raul arrastraba el cadáver para esconderlo y, un rato más tarde, se volvieron a reunir y bajaron al local a lavarse las manos, a pesar de que no robaron nada. El crimen se produjo en agosto pero hasta septiembre los Mossos d'Esquadra no empezaron a estirar del hilo cuando Santiago, detenido por otro hecho, explicó que sabía algo de la muerte del vigilante, y declaró ante los juzgados de Mataró primero como testigo y después como imputado.

Además de la pena de prisión los condenados tendrán que indemnizar con 300.000 euros los hijos de la víctima. La sentencia también destaca que Santiago sufre un reducido coeficiente intelectual, que provocó que no lo aceptaran como voluntario al ejército español.

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