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Salvo los obstáculos de la Historia

En el libro de cuentas de 1705 de la Cofradía del Santísimo Sacramento de la parroquia de Santa Maria, dicha también de Minerva, hay reflejadas varias anotaciones que hacen referencia al vestuario de los Armados, alabardes, plastrons, bozales, espalderas, etc., y a los gastos para su conservación y cura. Este documento, guardado al Museo Archivo de Santa Maria, es el primero donde se señala la existencia de los Armados. Y, según los historiadores, está claro que en el transcurso del siglo XVIII, los entonces llamadas «cabezas de hierro», tuvieron especial relevo en las procesiones de Semana Santa tomando parte en las del Jueves y Viernes Santo.

Durante el siglo XIX, las cohorts del «Armados» o «cabes de hierro», también denominados «del bozal», siguen integrados a las procesiones mataronines y su paso es muy celebrado por la ciudadanía por la vistosidad de su vestuario.

Es ya en el siglo XX cuando se crea una comisión «Pro-Armados» que los da una total dignificación con un voluntariado que no escatima esfuerzos por el mantenimiento de la tradición y su asistencia a las procesiones de Semana Santa.

El año 1940, después de la Guerra Civil, se volvió a reorganizar la Sección de los «Armados» como Sección de la Cofradía de Dolors de Santa Maria y así salvan las diversas etapas de la época de posguerra.

Gracias a los contactos con los «Manaies» de Girona y a la ayuda del Fomento, que los acoge, los Armados logran altas cuotas de dignidad después de rehacer el vestuario, el calzado y todo el material preciso. El 1969, pero, la desaparición de la procesión de Viernes Santo impide la salida de las «cabezas de hierro» [veáis Armados: punta de lanza].

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