Comas/Soler firman la crítica teatral Vigencia y necesidad de García Lorca
Comas/Soler firman la crítica teatral Vigencia y necesidad de García Lorca

Josep Comas / Fàtima Soler

Exquisita malicia

Crítica teatral de 'Història d’un senglar (o alguna cosa de Ricard)’, representada en La Sala de Argentona el 19 de febrero

Es cosa sabida desde hace tiempo que la programación de La Sala de Argentona acostumbra a brindar propuestas interesantes que no se pueden ver en el Teatro Monumental. Ha vuelto a pasar. Esta vez con 'Història d'un senglar...', una producción de éxito estrenada en catalán en el festival Temporada Alta en diciembre de 2020.

Trayectoria de mérito

El origen del espectáculo es el texto titulado 'Algo de Ricardo' que subió al escenario por primera vez en Montevideo el año 2014. Es obra de Gabriel Calderón, actor, director, profesor de artes escénicas y dramaturgo uruguayo que ha escrito más de una veintena de títulos traducidos y representados en muchos países y que cuenta con una trayectoria reconocida por un buen número de nominaciones y premios importantes.

Como en otras de sus piezas, en 'Història de un senglar...' Calderón dispone la trama con una agudeza y una frescura contundentes. Presenta el caso de un actor harto de hacer de secundario en obras de pacotilla y con compañías mediocres. Él aspira a mucho más y se le presenta la ocasión de actuar como protagonista en un montaje de 'La tragedia del rey Ricardo III' de Shakespeare. Obsesionado en conseguir con este papel la celebridad que nunca ha podido tener, entrará en un proceso de mímesis con la figura de Ricardo, duque de Gloucester, aquel que el gran clásico caracteriza como la maldad personificada, capaz de todas las bajezas y que llega a coronarse rey de Inglaterra después de traicionar a la familia y de asesinar a todo el mundo que se le cruza por delante, sin ningún tipo de remordimiento.

Paralelismos

Se produce así una recreación interpretativa en la que un formidable Joan Carreras monologa durante más de una hora, entrando y saliendo de los personajes del monarca inglés y del actor que quiere representarlo para ganarse la fama que cree merecer. Es en este juego lleno de ironía y aliñado con notas de autoficción que Carreras se desdoblará además en tres personajes femeninos capitales –la vieja reina Margaret, Lady Anne, viuda del príncipe de Gales, y la duquesa de York, madre de Ricardo– para aportar réplicas textuales y dar a entender al espectador el desarrollo sintético del drama de Shakespeare. En paralelo, en el rol del actor engreído, rencoroso y hosco, se dedicará a pontificar en clave contemporánea sobre el teatro y su gente para hacer ascos de todo el mundo. Incluso soltará invectivas al público. Es alguien que se desahoga en la malicia y nada le contenta: parece necesitar antagonistas para satisfacer su desazón y saber que existe. Como Ricardo. Y como él acaba también echándose a perder

El texto de Gabriel Calderón gana significación con Joan Carreras poniéndole voz, aire y gesto. Es indudable. Su trabajo, exquisito de principio a fin, tiene el tono de una confidencia permanente con los espectadores para ilustrar con perspicacia cómo las ansias de poder motivan lo peor de la condición humana. No es extraño, pues, que por ello haya sido distinguido con la mención de mejor actor en dos grandes premios: un Butaca y un Max.

En la versión actual el espectáculo ha sido dirigido por el mismo Calderón. Tiene además la suerte de disponer de una escenografía creada por la artista de Mataró Laura Clos «Closca», que evoca oportunamente una tramoya teatral y le añade sentido, cualidades por las que fue finalista de otro premio Max como mejor diseño de espacio escénico.

 

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