Comas/Soler firman la crítica teatral Vigencia y necesidad de García Lorca
Comas/Soler firman la crítica teatral Vigencia y necesidad de García Lorca

Josep Comas / Fàtima Soler

En la piel de Delibes

Reseña de 'Señora de rojo sobre fondo gris' que se representó en el Teatro Monumental el 4 de febrero, con un gran José Sacristán

Si lo que tiene que pretender un teatro público es hacer propuestas de calidad para una audiencia muy amplia, esto es el que consiguió el pasado domingo el Monumental con la obra que comenzaba la programación de la segunda parte de la temporada. Un éxito.

Merecimientos

El público que llenaba a rebosar platea y anfiteatro pudo disfrutar de la función de 'Señora de rojo sobre fondo gris', versión escénica de la novela de título idéntico que Miguel Delibes escribió el 1991 evocando la figura de su mujer, Ángeles de Castro, que había muerto prematuramente diecisiete años antes.

El espectáculo, creado el 2018 bajo la dirección de José Sámano, ha ido girando por escenarios de todas partes. Siempre con muy buena recepción, porque sus méritos son remarcables. En primer lugar hay la potencia literaria del texto. También la destreza con que ha sido adaptado para que su carácter exclusivamente narrativo funcione como trama dramática. destaca igualmente la idoneidad de una puesta en escena voluntariamente simple, directa, que la hace apreciable por el espectador. Y sobre todo hay el protagonismo de José Sacristán, que a sus 85 años hace una interpretación magistral.

Alter ego

En 'Señora de rojo sobre fondo gris' el autor nos expone el soliloquio del personaje de Nicolás , un pintor reconocido que pierde la inspiración desde que Ana, su mujer, enfermó. Ella era el motor de la vida compartida por los dos y su ocaso hace hundirlo en un vacío existencial. Mal refugiado en el alcohol, quiere intentar amortiguar el dolor de los recuerdos y no lo consigue. Se muestra anímicament roto y no puede eludir la evocación constante de la que "con su sola presencia aligeraba la aflicción de vivir".

En esta elegía recurrente que tiene el eco de una confesión, pero que también es un diálogo con él mismo, se discurren no pocos pensamientos sobre la convivencia con la persona querida y sobre cómo el progreso de la dolencia la va condicionando, cuando se rompe sucesivamente cada brizna de esperanza hasta la conciencia de la muerte inminente.

A pesar de la coloración de llanto, el relato es significadamente un canto de amor que combina pasión y realidad. Miguel Delibes lo sitúa en el contexto histórico del declive de la dictadura franquista y de la represión que esta ejerció hasta el último momento. Así refuerza la pista autobiográfica: Nicolás es su alter ego.

Convicción

La habilidad con que la novela ha sido transpuesta al teatro podría haber dado pie a una representación de una corrección puramente convencional. Y ya estaría bien. Pero es más: la interpretación de José Sacristán le da una dimensión singular.

El actor, que compartió amistad con el escritor, ha emprendido este montaje cómo una apuesta personal que culmina una trayectoria de más de sesenta años en los escenarios, el cine y la televisión. La convicción con que da vida a un texto que se nota que aprecia hace que lo transmita al público impregnado de veracidad. Es una hora y media de un fluir de aflicciones y de miedos en que también se hace presente la ironía, un difícil ejercicio monologado que emociona porque se percibe muy próximo. Cada frase la modula con la articulación, con el gesto, incluso con el parpadeo que apuran el sentido. Todo un recital que es de agradecer.

Y es que, en medio de otros muchos aciertos, su tono provecto –por edad y por experiencia– confiere fuerza moral a uno de los postulados nucleares de las palabras de Delibes que todo el mundo puede hacer suyo: "con los muertos siempre tenemos que lamentar no haberles dicho lo suficiente cómo los queríamos".

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José Sacristán protagoniza la obra

 

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