portada opinió ramon morales
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Unidad para evitar los horrores del pasado

El sindicalista Ramon Morales recuerda en este artículo las torturas que sufrieron trece detenidos el 8 de febrero del 1969 en Mataró durando el estado de excepción decretado por el régimen franquista

El pasado 5 de marzo tuve el honor de participar en la concentración que cada primer y tercer martes de mes organiza la Comisión de la Dignidad frente a la Prefectura Superior de Policía, en la Via Laietana número 43 de Barcelona. Responsables de estas concentraciones son Pilar Rebaque y también Jaume Muñoz, director del documental "Laietana 43, el antro de la bestia". Tuve el honor de hablar sobre las torturas que sufrimos trece compañeros detenidos el 8 de febrero de 1969 en Mataró durante el estado de excepción decretado por el régimen franquista, concretamente por el tristemente célebre Ministro de Información de entonces, Manuel Fraga Iribarne.

La Joventut Comunista (JCC) de Mataró y las Comisiones Obreras Juveniles (COJ) organizamos una manifestación frente a la Escuela de Formación Profesional (EFP) Miquel Biada, donde reclamábamos la enseñanza gratuita y nos manifestábamos contra el estado de excepción. En esa manifestación relámpago éramos una treintena de jóvenes que acabábamos de colocar una pancarta en la reja de la EFP, cuando minutos más tarde se presentó ante nosotros el jefe de la Falange y Delegado de Cultura, Mariano De Ysasi Gordon, de cerca de dos metros de altura, que pretendía que retiráramos la pancarta. Nuestra respuesta fue gritar bien fuerte "¡enseñanza gratuita sí, estado de excepción no!". Entonces, De Ysasi me agarró por la solapa del guardamarinas intentando levantarme y me abracé a su cuerpo, mientras que el compañero Miguel "el Melenas" se subió encima suyo y le mordió la oreja, mientras otro le propinaba una patada en la pierna.

La cosa no pasó a mayores por la intervención inmediata de dos miembros de la Brigada Político-Social (BPS): el comisario torturador José María Martín Carretero, acompañado de Aguilar "el Extremeño" y el chófer del vehículo policial, Artacho. Intentaron detenernos, pero no lo lograron debido a la fuerte resistencia que ofrecimos. Entonces, sacaron sus pistolas, se arrodillaron en el suelo y dispararon "a dar". Las balas silbaban sobre nuestras cabezas, y de hecho a Bienvenido Martínez "Matahari" le impactó un proyectil en el talón de la bota. A pesar de ello, nunca fue detenido.

concentracio via laietana

Concentración a la Vía Laietana

Consecuencia de esta movilización, resultamos detenidos horas después por los miembros de la BPS de la comisaría de Mataró, sufriendo golpes de puño y toda clase de insultos y vejaciones. Después, fuimos trasladados a la prisión de la ciudad, lugar que el Grupo de Investigación de la Memoria Histórica de Mataró junto a la Mesa de Memoria Democrática de Mataró reclaman un espacio donde quede constancia y memoria de la cautividad represiva de los luchadores antifranquistas. Más tarde, fuimos trasladados a la Prefectura Superior de Policía de Via Laietana, donde nos estaban esperando. Nos encontramos en el centro del horror y la tortura, donde fuimos brutalmente torturados por uno de los hermanos Creix. También por Genuino Navales, Polo y Cano, entrenados especialmente por la Gestapo. Se trataba de los policías más sanguinarios de los que disponía el régimen fascista para atemorizar a los luchadores por las libertades democráticas, por la justicia y por la paz.

Fuimos detenidas trece personas, en este orden: Ramón Morales Morago, Manuel López Rodríguez (a quien después de torturar amenazaron con hacer lo mismo con su madre, que estaba en Motril, Granada), Antonio García Castell, Joaquín Sánchez Martínez "Mustang", Pedro Alfonso Barrena Ruiz (que cojeaba, y entonces se ensañaron con su pierna buena para crearle aún más dificultades físicas), Ignacio Pérez Ruiz (a quien le rompieron dos costillas), Antonio Rodríguez Avellaneda (a quien amenazaron con ir a buscar a su esposa, entonces embarazada), José Luis López Bulla, mi tío Vicente Garrido Carranza (de 58 años, a quien practicaron la "moto" y la "rueda"), Jordi Casals (de 59 años, a quien encadenaron al radiador y golpearon hasta desmayarse), Conxita Roig Frasquet (a quien empujaron y amenazaron de violar), Tònia Boter De Palau (a quien hicieron lo mismo, aunque su padre había sido alcalde franquista de Mataró), Luis Fernández Mateo (encarcelado dos veces, siendo su padre médico de la Guardia Civil). En Mataró, la represión se ensañó especialmente con las Comisiones Obreras (CCOO), la Joventut Comunista (JCC) y el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC).

Las torturas más comunes eran las que se indican en el gráfico siguiente.

Además de la "cigüeña", nos ponían (en la gatoleta) esposados por las muñecas por debajo de las curvas hasta caer al suelo, y cuando eso ocurría nos daban empujones en el cuerpo. También nos hacían la "rueda" o la "moto", que consistía en dar puñetazos en el estómago hasta que caíamos al suelo, mientras luego nos infligían puntapiés. También nos esposaban de las muñecas al tobillo hasta desmayarnos. También nos hacían la "ruleta rusa": nos hacían sentar en una silla con las manos esposadas detrás y nos disparaban con una pistola que no tenía cargador, y cuando finalmente respirábamos aliviados al ver que seguíamos vivos, nos golpeaban con la culata en la espalda o en el hombro. Sentado en una silla con las manos esposadas detrás te hacían un masaje hundiendo los dedos en las clavículas y cervicales, y también nos daban golpe de rodilla en los testículos. Así permanecimos trece días en los calabozos de Via Laietana. Los interrogatorios no tenían límite, podían durar ocho horas: nos bajaban al calabozo y a la media hora nos volvían a interrogar, hasta que nos mareábamos y nos arrastraban al calabozo otra vez. Nos cabían veinticinco personas en quince metros cuadrados, no podíamos ni estirarnos en el suelo.

También se encontraban detenidos allí algunos dirigentes del PSUC, como Ángel Abad, el abogado Luis Salvadores (esta era su cuarta detención desde que militaba en la clandestinidad antifranquista) o el estudiante universitario Fariñas. Estos tres son muestra de tantos que fueron detenidos en la caída en Barcelona. A Fariñas lo tuvieron durante toda la noche atado por los testículos a la cuerda del mástil de la bandera.

Después de trece días de tortura, nos trasladaron a la prisión Modelo de Barcelona, donde estuvimos incomunicados durante dos semanas en condiciones infrahumanas, sin poder cambiarnos de ropa ni ducharnos. Durante la estancia, y mediante nuestros abogados Albert Fina y Montserrat Avilés, presentamos denuncia contra la BPS por maltratos.

Los militantes comunistas del PSUC caían como moscas ante los escuadrones de ejecución. Más de 1.700 fueron fusilados por el franquismo en Barcelona desde el final de la Guerra Civil hasta el 1952. Fueron ejecutados en Montjuic, en la prisión Modelo y en el Campo de la Bota, y entre ellos se encontraban los de la llamada "Caída de los Ochenta": Ángel Carrero Sancho, Numen Mestre Ferrando, Pedro Valverde Fuentes y Joaquim Puig i Pidemunt, que fueron fusilados el 17 de febrero de 1949. También quiero recordar otros hombres que también pasaron por este edificio tan siniestro, como Pere Ardiaca, Miguel Núñez, Pedro Hernández, Lluís Martí Bielsa, Teresa Cuevas, Gregorio López Raimundo, secretario general del PSUC durante tres décadas, Vicenç Faus, que fue el decano de los presos políticos, o Ángel Rozas, dirigente de CCOO, y muchos más que no cabrían en este artículo.

ramon via laietana

Intervención de Ramon Morales a Vía Laietana

A partir de ese momento, mi familia fue una de las más perseguidas y torturadas. En 1970 pasé dos meses en la clandestinidad por intento de detención durante la proyección en Mataró de la película "Boinas Verdes", sobre la guerra de Vietnam. Un año después, durante un Primero de Mayo, intentaron detenerme en casa, pero conseguí saltar por una ventana a una altura de cinco metros del suelo, con la mala suerte de que caí sobre el capó del coche policial, rompiéndome el pie izquierdo. Aun así, no pudieron detenerme, ya que corría más que los policías. Un mes después, estando escondido, me detuvieron en la avenida Gatassa, introduciéndome en un vehículo de la BPS arrastrándome del pelo a golpes de puño. Antes de llegar a comisaría, a la altura de la calle Llauder y el restaurante Mundial, abrieron la puerta y me lanzaron fuera con el coche en marcha.

Más tarde, ya en septiembre de 1971, pasé la noche en comisaría ante la aparición de una octaveta firmada por las CCOO en Can Gasol, la fábrica en la que trabajaba. En junio de 1972, ante una maniobra de los Servicios Secretos, nos inculparon a los hermanos Pablo y Ramón Morales, de 18 y 21 años, y también a Albert Fina y a José Luis López Bulla, del incendio de Industrias Textiles Sans (después Abanderado). A mi hermano Pablo y a mí nos aplicaron las condenas más altas conocidas en Mataró desde 1950: una petición de veinte años para ambos. Yo me escapé exiliándome a Béziers (Francia), mientras que a Pablo lo atraparon y cumplió cinco años de prisión, en la Modelo de Barcelona, Carabanchel (Madrid), Lleida y Jaén.

Pero volvamos a mi intervención en Via Laietana. Al comenzar la concentración, los compañeros que me acompañaban de Mataró y los miembros de la Asociación Catalana de Expresos Políticos del Franquismo desplegaron la bandera tricolor de la Segunda República. En ese momento, se escucharon algunos gritos aislados de "¡fuera la bandera española!". Afortunadamente, alguno de los organizadores llamó la atención a las personas que los proferían, y entonces decidieron marcharse de la concentración.

Al inicio de mi intervención y mi cordial saludo de rigor, manifesté que estábamos todos allí por lo que nos unía y no por lo que nos separaba, porque todos deseamos que las fuerzas de seguridad del Estado abandonen este edificio de siniestro recuerdo del horror y la tortura. Dije que de lo que nos separaba ya tendríamos ocasión de hablar en otro momento. Casualmente, los que tan aceleradamente gritaron contra ese símbolo podían tener aproximadamente mi edad, y no sé si por desconocimiento de la historia o por el motivo que fuera, deberían saber que la bandera tricolor ya ondeó en el balcón del Palau de la Generalitat ante la proclamación de la República en el año 1931, junto con la senyera catalana.

Para concluir, atención a este dato: en este momento en que el gobierno de coalición está haciendo grandes esfuerzos para la gobernabilidad, es necesario que esas personas a las que me refería antes bajen sus humos en favor de la unidad, para así poder defender lo más inmediato, como pueden ser la ley de amnistía o los presupuestos generales del Estado. O somos capaces de acercarnos mutuamente a la unidad, o nos incapacitarán y volveremos a la tortura que nos impondrá la derecha y la extrema derecha.

¡Ni olvido ni perdón! ¡Justicia y reparación!

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