Joan Salicrú

Una mataronina al Salón de los Pasos Perdidos

Crónica de la celebración posterior a la investidura de Pasqual Maragall vista por la parlamentaria mataronina Consuelo Prados

Eran las seis y cuarto de la tarde. Cataluña ya tenía nuevo presidente, Pasqual Maragall, y el presidente saliente, Jordi Pujol, ya lo había felicitado. En la calle, como siempre pasa, parecía que todo siguiera igual y de hecho en el Parque de la Ciutadella el ambiente era gélido y no se veía prácticamente a nadie.

A la entrada del Parlamento, el secretario general de la federación de Convergencia y Unión, Josep Antoni Duran y Lleida, salía esperitat con su coche mientras hablaba por teléfono. El resto de parlamentarios convergentes, con cara de "algún-día-había-de-pasar", desaparecían rápidamente, silenciosos, dejando entender que ya habían pasado el trance y que querían ahorrarse como fuera sentir las risas provenientes a las salas de arriba.

Subiendo la escalinata se iba sintiendo el alegre ambiente que compartían socialistas, ecosocialistas y republicanos, los tres socios del tripartito, que celebraban el inicio del nuevo ciclo político en Cataluña. Carod-Rovira, rodeado de una veintena de periodistas, intentaba escabullirse mientras el republicano Josep Huguet –el hombre que hace ocho días insinuó por primera vez que ERC no pactaría con CiU- hacía cara de pícaro. Por su parte, la parlamentaria maresmenca Teresa Aragonés, de ERC, se mostraba contenta del desarrollo de la sesión de ayer pero a la vez admitía que los republicanos estaban ante un reto importante: "Habrá que ver si nuestros electores entenderán nuestra estrategia, que está pensada en clave de futuro". Aragonés admitía también que la reacción de los convergentes, escenificada con un boicot sonoro cuando intervino Carod, había sido muy dura.

Eran las seis y media de la tarde y la moqueta de la sala de los pasos perdidos debía de registrar uno de los mayores índices de pisadas de los últimos tiempos. Alcaldes como Anna Paganos y Antoni Siurana, exministros como Juan Alberto Belloch y exvicepresidents del gobierno como Narciso Serra, junto con los parlamentarios del grupo, familia y amigos reían y mostraban una cara de contentos que no habían podido hacer en 23 años. Ayer se escenificaba como se giraba la tortilla y todos ellos se lo pasaron bomba.

Los presentes parecía que esperaran algo, como si hicieran tiempos esperando alguien. Efectivamente, el flamante presidente, Pasqual Maragall, y la llanura mayor del partido comparecieron a la cabeza de un rato, en medio de la euforia. Y en medio del cortejo –además del ecosocialista Pep Canal– había la mataronina Consuelo Prados, la número 19 de la lista de los socialistas, que el 1980, cuando Jordi Pujol comenzó su presidencia, tenía tan sólo trece años.

Prados, proveniente de una familia modesta del barrio de Cerdanyola, admitía ayer por la tarde que poco se podía imaginar que ella presenciaría desde uno de los escaños del Parlamento de Cataluña cómo se escogía un presidente socialista: "Ha sido histórico, muy emocionante poder ver como nacía esta mayoría catalanista y de izquierdas. Se ha producido un cambio y esto es muy positivo", decía con su naturalidad habitual. Prados comentaba que el pleno de investidura había sido muy intenso puesto que la sesión había empezado a las 10 de la mañana hasta la hora de comer y que por la tarde se había alargado de 2/4 de 5 a las 6 y pocos minutos.

El equipo de seguridad del Parlamento empujaba todos los asistentes hacia la entrada y mientras la comitiva bajaba por las escalinatas y Narciso Serra anunciaba que se había acabado "la misa mayor" a algún barón socialista, Prados aseguraba que el pacto de izquierdas tiene que permitir salir adelante unas políticas diferentes a las que han llevado a cabo CiU y sus aliados en estos 23 años: "El 16 de noviembre lo vi difícil, pero tenía la sensación que se había trabajado mucho y que no era impensable que gobernáramos con ERC". Así mismo, la nueva parlamentaria confirmaba la solidez del pacto de gobierno a que se ha llegado: "No hay nada improvisado, todo está muy pensado y razonado. El proceso que se ha hecho fortalecerá el gobierno, seguro. El gobierno será más rico, porque habrá diálogo y negociación constante".

Mientras el centenar de personas despedían Maragall marchando en coche ante el Parlamento y con gritos de "presidente, presidente", Consuelo Prados recordaba como conoció el que ayer fue escogido presidente de la Generalitat, a quien considera un hombre cercano y consciente de a qué rete se encara. estuvo en Bosnia, en 96, cuando ella era regidora de Juventud y Hermanamientos y el entonces alcalde de Barcelona se desplazó hasta Sarajevo a inaugurar la embajada de democracia local.

El actual quinta teniente de alcalde y regidora de Servicios Centrales -de baja por maternidad– aseguró que no tenía decidido si continuaría compatibilizando el cargo de parlamentaria con el que ejerce en Mataró. Y se mostró muy satisfecha de poder compartir gobierno con Salvador Milà, excompany suyo en el Ayuntamiento y que será el consejero de Medio ambiente y Vivienda: " estoy contenta y sobre todo por el que significa que poguem estar en un gobierno de la Generalitat todos juntos", apunta.

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