Sant Jordi masivo a Mataró con largas colas por rosas y libros

Las primeras horas de la fiesta de Sant Jordi a Mataró tienen como imagen más repetida las colas. Colas pacientes, en fila india, ante cada parada, cada floristería o cada librería. Algunas más largas, otros más cortas. Unas más colapsadas y lentas, otros que van más a ritmo. Colas que desde las nueve de la mañana no han dejado de ganar longitud. Decenas, centenares y miles de personas que demuestran con su paciente espera lse ganas que hay de normalidad. Las ganas que hay de Sant Jordi.

Es un Sant Jordi a medias. Claramente. Quién quiera ver el vaso medio vacío se podrá cargar de razones. La decisión del Procicat de no permitir paradas por particulares, grupos o asociaciones ha hecho retrotraure toda la oferta a pocos puntos, pocas paradas. La demanda, pero, es evidente. Y desborda los que venden. El gesto antes casi instantáneo de comprar la rosa se convierte en un proceso de espera más, en tiempo en que tenemos que hacer cola por todo. Es un Sant Jordi con menos color, con actas con entradas agotadas y muchos libros también agotados. Quién ver el vaso medio vacío decidle que sí y que tal día, concretamente el 23 de abril del 2022, ya hará un año.

El vaso medio pleno

El vaso medio pleno o el otra perspectiva es la que nota cómo incluso el solo ha salido para calentar y saludar la fiesta de Sant Jordi, que si meses atrás parecía utópica hoy se queda en solo atípica. La gente tiene ganas y se nota. La gente lee más y se nota. La gente quiere regalar rosas y se nota. El año pasado, goiteu donde éramos y dónde somos ahora. No es cuestión de entusiasmos, sino de la necesidad de cierta armonía ambiental y social en estos tiempos. La gente quiere sís y no nos. Esta es la percepción que predomina.

"No llegaremos"

"No llegaremos a media tarde" dice una florista, capaz de combinar la mueca de cansancio, media sonrisa de satisfacción y los ojos clavados al infinito, por donde se pierde la cola que dirige establecimiento adentro. No llegarán a media tarde, quizás, las flores. Pero la demanda seguro que sí. Ya ha habido llamadas de urgencia y hay cargamentos de flores arriba y abajo. El personal de refuerzo no da al alcance y, eso sí y que conste al artículo, pide: la gente hace cola estoïcament y cumple. Uno podría pensar que las exclamaciones de las colas quizás funcionan por mensajes de móvil. Pero tanto es.

Hacía días que floristas y libreros percibían el estallido de este Sant Jordi -tan necesario por los propios vendedores cómo por la gente que compra, seguramente- por más que no lo afirmaran con rotundidad. Ya se sabe cómo son los tenderos. Hoy se confirma todo y la gente hace cola y hace cola. Se suponía que solo ellos venderían rosas, pero también se encuentran en otros lugares. Hay escuelas, asociaciones u otros negocios que las venden, sin hacer demasiado berrea. También así llegan además gente. Hay algún vendedor furtivo y alegal traginant cubos. La picaresca es la más clara de las raíces de por aquí.

La Feria, a toda mecha

La Feria del Libro de Santa Anna tiene durante buena parte de la mañana una cola en paralelo a la de la floristería. Si uno opta por la ágora mataronina para hacer las dos compras, hará piernas hoy. Las nueve paradas de libros van recibiendo visitantes, regulados con orden prusiano perls guardas del recinto acotat. Una persona sale y la otra entra. Comparado el fuera y el dentro, cualquiera diría que más gente podría entrar, a la Feria, por turno. Pero tanto es. Van vendiendo, los libreros. Van vendiendo a la Feria y van a toda mecha las librerías donde ya hace más días, muy bien desde inicio de semana donde no son extrañas las grandes protagonistas de hoy. Las colas.

Colas para disfrutar Sant Jordi que irán además, es de esperar, por la tarde. Hoy es un día para hacer colas y no tener cuques. Paciencia, calle, stricto sensu con la mascareta y a disfrutar de la fiesta. Es el propósito compartido por prácticamente todo el mundo, esta mañana de un 23 de abril es medio Sant Jordi pero buena fila que hace.