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Salvador Allende merece un espacio en Mataró

El politólogo Miguel Guillén saluda con este artículo de opinión la propuesta de homenajear Salvador Allende desde la capital del Maresme

Pasear ante el Palacio de la Moneda te despierta un escalofrío difícil de describir. Igual que visitar el mausoleo de Salvador Allende en el Cementerio General de Santiago o las exposiciones del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. O la tumba de Víctor Jara. O pasar con el coche ante el Estadio Nacional. Cualquier que haya visitado estos lugares en la capital de Chile sabe de que hablo. Este 2023 hará cincuenta años del ignominioso golpe de estado de Pinochet y la muerte de Allende, y desde aquí quiero saludar la propuesta de Esquerra Republicana y En comú Podem para dedicarle un espacio en Mataró. Reconozco que me ha emocionado ver a Pim Camprubí y Sergi Morales anunciando la propuesta juntos, mostrando una foto de gran formato de Allende.

Es un buen momento para recordar el proyecto colectivo que representó la Unidad Popular liderada por el histórico y recordado político y médico chileno. Un proyecto que superaba las siglas históricas de los partidos de izquierdas y populares con el objetivo claro de lograr la victoria electoral gracias a una unidad multiplicadora necesariamente. Una unidad que sirvió, primero, para contagiar ilusión y elevar la moral de las clases populares de todo Chile hacia el 1970, y después para ganar las elecciones y llevar a Salvador Allende hasta la presidencia de la república, con el horizonte claro de explorar la vía chilena al socialismo. La revolución con gusto a vino tinto y empanadas. Aquel sueño, cómo sabemos, se truncó violentamente y abruptamente el 11 de septiembre de 1973.

Aquella Unidad Popular creada el 1969 estuvo formada en un inicio por partidos tan diferentes cómo el Partido Socialista (PS), el Partido Comunista (PCCh), el Partido Radical (PR), el Movimiento de Acción Popular Unitario (MAPU), el Partido de Izquierda Radical (PIR) y la Acción Popular Independiente (APIO). La Central Única de Trabajadores (CUT) también la apoyaba. Además, los simpatizantes independientes del proyecto formaron los llamados Comités de la Unidad Popular (CUP), en los barrios, fábricas, etc. Allende, cómo es muy sabido, pertenecía al Partido Socialista. El proyecto troncal consistía en hacer andar el país hacia el socialismo por la vía democrática, cosa inédita que despertó las simpatías de gran parte de la izquierda a nivel mundial. Mientras tanto, los sectores más privilegiados del poder, en Chile y fuera de sus fronteras, vieron peligrar sus intereses. Cómo es muy sabido, el papel del gobierno de los Estados Unidos, con el presidente Nixon al frente y Henry Kissinger en la Secretaría de Estado, fue clave en el golpe militar del 1973, cómo también lo fue durante los años de gobierno de la Unidad Popular, con la promoción de un embargo al cobre chileno y la negación de créditos externos.

Hay que recordar que Salvador Allende, revolucionario y demócrata a la vez, fue el primer presidente marxista del mundo que accedió al poder a través de elecciones. En el programa de la Unidad Popular destacaban propuestas cómo la estatización de las áreas consideradas clave de la economía, la nacionalización de la minería del cobre, la aceleración de la reforma agraria, el congelación de los precios de las mercancías, el aumento de los salarios de todos los trabajadores y la modificación de la constitución. El reto era mayúsculo, indudablemente, todavía más teniendo que afrontar el sabotaje promover por los poderosos enemigos del proyecto colectivo de la Unidad Popular, a Chile y al extranjero.

La inauguració del monument a Allende a Barcelona
La inauguración del monumento a Allende en Barcelona

A principios de los años 70 del siglo pasado (cómo hoy), los medios de comunicación chilenos estaban a manso de la derecha. Pero las calles no. Por eso se pintaron murales por todo el país con motivos de la Unidad Popular y en particular de Salvador Allende. "Los medios son suyos, pero los muros son nuestros", decían. Esta bella metáfora creo que nos tiene que servir para aprender algo, cincuenta años después, también al otro lado del Atlántico. Porque las clases populares no tenemos los medios de comunicación, ni los bancos ni las eléctricas.

Allende y su ejemplo de dignidad nos tienen que servir para recordar que nunca es fácil luchar contra el poder establecido. Pero si Chile alguna vez soñó la victoria fue gracias a la unidad de gente diversa y común que vio claro que no había más camino que la cooperación. Aquí, en nuestro país, la colaboración entre las diferentes formaciones y sensibilidades de izquierdas es imprescindible para hacer avanzar nuestra sociedad y hacerlo atendiendo a las necesidades de las clases populares. También en nuestra ciudad, obviamente. Por eso creo que es una buena noticia que Esquerra Republicana y En Comú Podem (el primer partido a la oposición y el segundo formando parte del gobierno municipal) trabajen plegados. Esta nueva propuesta alrededor de la figura de Salvador Allende es un buen ejemplo y puede servir de inspiración para un futuro trabajo en común entre los diferentes partidos de izquierdas de la ciudad. Nos jugamos demasiado en el futuro más inmediato, en un contexto lleno de amenazas a nivel global, pero en qué aprovechar las oportunidades que surjan será imprescindible e imperativo. Particularmente para las clases populares y trabajadoras. Salvador Allende es, creo, una buena fuente de inspiración y una figura que hay que honorar y recordar como es debido. Porque quedan todavía muchas alamedas para abrir.

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