Juan Ortiz escribe el artículo 'La biblioteca popular. Más que un nombre'
Juan Ortiz escribe el artículo 'La biblioteca popular. Más que un nombre'

Maria Sans, Ernest Hemingway en Mataró y la conexión cubana

El catedrático de filosofía Juan Ortiz repasa la historia de Maria Sans, a raíz de la publicación de la novela 'Hasta donde llega la memoria' de Pere Anglas

Llevamos un inicio de año difícilmente equiparable en cuanto a actos relacionados con la recuperación de la memoria histórica en Mataró. El último acto, la presentación del libro "Fins on arriba la memòria", de Pere Anglas, editado por Columna. Según se nos dice a la presentación, fue el arquitecto, urbanista y, sobre todo, humanista, Agàpit Borràs, el sabio e infatigable divulgador, quién descubrió en un viaje a Cuba el vínculo entre Ernest Hemingway con una enfermera comunista de la Juventud Socialista Unificada de Cataluña (JSUC) del Hospital de los Salesians en tiempos de la guerra. Así lo expuso al diario La Vanguardia del 1 de noviembre de 1996. Ya ha llovido desde entonces. Diez años más tarde, a finales de mayo del 2006, el escritor e historiador Josep Monte Pla remachó la historia con un relato goloso y muy inspirador en la revista "Presencia" que, a buen seguro, ha impulsado esta historia de amor y también de militancia que nos presenta Anglas. La belleza de la protagonista ayuda, y también los reveses de la vida.

Probablemente para Hemingway fue un tipo de síndrome de Stendhal, que se ha convertido en un referente de la reacción romántica ante la acumulación de belleza. Y, según parece, así pasó con el corresponsal de guerra y futuro escritor afincado en Cuba, inspirándose en una belleza serena cómo la de Maria Sans y Moià. "Por quien tocan las campanas" está dedicada a ella.

Maria Sans trabajó a Can Julià, cómo lo hizo después otra belleza, Montserrat Mompart, La Pasionaria de los Molinos, un nombre que le posaron sus camaradas del PSUC de Santa Paloma en los setenta. Allí conoció un hombre ya hecho y represaliado, Ponce, un cenetista destacado con quien se casó. Maria Sans seguramente conoció una chica tres años más joven que ella y que hoy ya es centenaria, Teresa Cortina, que también participó en la huelga de los 15 duros en la primera posguerra. Teresa nos explicaba cómo dejó la escuela y fue a trabajar en el Socorro Rojo. A la Teresa, que pasó de formar parte de los Pioneros del PSUC a la JSUC, se le encargó cobrar las cuotas de los socios, de distribuir los paquetes y la correspondencia de los brigadistas extranjeros que estaban hospitalizados en el colegio de los Salesians.

Germanes Abril, de mare cubana
Hermanas Abril, de madre cubana


Casi cuarenta años más tarde que lo hiciera Hemingway, Alejo Carpentier, el inmenso escritor cubano, escribió el 1978 una obra magnífica, "La Consagración de la primavera". Esta vez una bailarina acomodada rusa, refractaria a la revolución, se enamora de un brigadista francés que combate en la guerra civil española... Viera, la protagonista, después de muchas peripecias acaba a Cuba y da apoyo a la rebelión contra Batista.

Pero volvamos a Mataró. Al llegar las tropas franquistas a nuestra ciudad, el padre de la Teresa y ella habían decidido exiliarse. El padre así lo hacéis, pero ella decidió, en el último momento, permanecer, porque alguien tenía que saber donde eran las criaturas de las madres refugiadas, pues ella era una de las responsables de encontrar cobijo en las familias que venían de Madrid... Esto me lo ha hecho recordar la historia de la Maria Sans: su familia no la autorizó a marchar fuera del país, para ser menor de edad y por la necesidad de llevar un sueldo a casa.

La historia de la Maria Sans se repitió en muchos casos. También la de la Teresa Cortina. "Por quien tocan las campanas" quería recoger las experiencias de los brigadistas y de la gente que tenía muy claro que nadie es una isla, que formamos parte de una comunidad humana, que la muerte de cualquier persona me hace menguar porque estoy ligado a la humanidad, y cuando esto pasa las campanas a muerte también están tocando para tú, que te lo mires.

Maria Sans no marchó; tampoco la Teresa. Las dos permanecieron en Mataró. Maria fue cotizando del PSUC hasta su muerte. Pagaba la cuota a escondidas. Pasaba por el local de la calle Sant Joaquim para pagar, o bien a Rossend Dalmau, otro represaliado de la JSUC, o bien a la Teresa. Si había alguna convocatoria de reunión, ya en la legalidad, le teníamos que hacer llegar verbalmente, para que su familia no se enterara: fue la otra pérdida de la Maria. Cómo muy acertadamente dijo el presentador del autor, no se puede escoger el tiempo que te toca vivir, porque la geopolítica te cae encima, pero sí cómo lo vives, y apenas. Estas tres mujeres mencionadas decidieron vivir con solidaridad internacionalista e ideológicamente comprometidas. Comprometidas con unas ideas y unas organizaciones concretas, no lo olvidemos.

maria sans
Maria Sanos, de joven y de grande

 

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