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La magia ritual del 27 de julio mataroní vuelve a imponerse

La lluvia no puede frenar las Madrugadas y la Misa triunfa en el regreso del coro popular: Clàudia Dubé volverá a ser la directora el próximo año

El 27 de julio es mágico a Mataró, por algo la fiesta principal de Las Santas. El día más ritual, el que empieza antes, el que inserta todo el que se hace en un sentido, en un gran caudal festivo y social. El 27 es concebido cómo el ejercicio más genuino de mataronisme y en el marco de Las Santas de la recuperación puesto-Covid cada detalle ha parecido contar todavía más, es cómo si todo se resignifiqués. Ha sido un grande 27 lo qué el ritual se ha impuesto. Un triunfo de toda la ciudad.

Una llovizna en algún momento empipador ha descabezado por detrás el Baile de Fiesta Mayor del Parque y ha hecho sufrir por las Madrugadas. Pero no. No sería este el 27 en que el paisaje sonoro del despertar mataroní perdería el diálogo a cinco bandas entre los cohetes al cielo y los toques de gralles y tabals. De los extremos al coro de la ciudad antigua, a medida que pasaban las dos horas de este crescendo emotivo que son las dos primeras horas del día de Las Santas, el cielo se dejaba de órganos y adiós lluvia, vuelve cuando ya no sea Fiesta Mayor. Hasta aquí la traba meteorológica del día. Paso libre a la magia del día.

Las Madrugadas de Mataró son las mejores del mundo, esto es así. Simbólicamente potentes, organizativamente del poco que queda basado en el ámbito más de base y popular y en su final, con el Toque de Oficio, reafirma la aseveración que es el día grande. Todo el que pasa después se empapa de esta magia. La Ida a Oficio es el pasacalle más formal, la entrada a Misa siempre es especial y el que pasa durante tres horas adentro de Santa Maria ya son harina de otro costal.

Un moment de les Matinades. Foto: Max Noè-van Woerden,

Un momento de las Madrugadas. Foto: Max Noè-van Woerden

 

Clàudia Dubé repetirá

La Misa de hoy no era una cualquiera. Después del encargo precipitado a Clàudia Dubé como directora, la interpretación de la Misa de Gloria en el seno del Oficio de Fiesta Mayor ha notado la trascendencia del que se pasaba, de la recuperación consumada. Ha sido incluso sorprendiendo las ovaciones a la directora por parte de toda la Basílica cuando el rector Josep Rodríguez ha sorprendido anunciando que la primera directora mujer en 174 años de Misa repetirá el próximo año. Gesto de inflexión. Y nueva ovación de traca y pañuelo cuando Dubé ha dicho que lo aceptaba.

De salida de Oficio, la procesión pequeña por el rodal ha querido recuperar elementos y solemnidad. También se ha hecho algo más larga, en motivo del 250è cumpleaños de la llegada de las reliquias de Santa Juliana y Santa Semproniana. Aquel momento también es pura magia, con las campanas deturant su volteo mientras el águila hace su baile más solemne en la última intersección entre cultura popular y poso religioso de la mañana del 27. De camino ya al Ayuntamiento, una experiencia sorpresiva. Con una brisa y una temperatura perfectas, la a menudo sofocando Dormida del mediodía ha sido cómodo y celebrada.

Les figures esperen fora de Santa Maria. Un moment de les Matinades. Foto: Max Noè-van Woerden,

Las figuras esperan fuera de Santa Maria. Un momento de las Madrugadas. Foto: Max Noè-van Woerden


Despliegue del Pase

La tarde del 27 es del Pase. El pasacalle más largo y generosa, con todo el Séquito, incluido el Heraldo y las Trampas además de los Renacuajos y los Caballetes. De las Diablesas a la Banda, son unos 20 minutos que te pase todo por delante pero se va hasta casi las cuatro horas para completar el recorrido. Otro ejercicio de triunfo colectivo volverla a ver brillar, hoy, por las calles de siempre. Muchísimo público, en la línea de toda la Fiesta Mayor, y aquel aire desenfrenado (cansados unos, ilusionados los otros, tranquilos porque es fiesta y mañana también todos) que caracteriza la tarde de la jornada vertebral de Las Santas.

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