Ir en bicicleta cuesta... en Mataró

Hace pocos días nos hemos despertado con la noticia de la multa de 200€ recibida por un ciclista por ir en bicicleta por la Riera una de las principales arterias del centro, una calle ancha por donde se puede llegar a escuelas concertadas en vehículo privado; los policías sancionan desde sus motocicletas, un espacio público parcialmente privatizado por las terrazas de diferentes bares a un lado y otro de la calle. La razón de la sanción es que la nueva ordenanza de movilidad prohíbe el acceso de vehículos a la isla peatonal del centro y la bicicleta está considerada como vehículo en esta ordenanza.

Algunas ciudades con larga trayectoria en cuanto a movilidad en bicicleta, como Lille (Francia) o ciudades danesas, han implementado en los últimos años normativas similares. Lo han hecho acotando horarios (las restricciones no se aplican las 24 horas y, en algunos casos, tampoco todos los días del año) y analizando muy bien las calles en las que se aplican estas restricciones. Bruselas, por su parte, sanciona a aquellas personas que se desplacen en las islas peatonales a más de 8 km/hora, reforzando la idea de circular con sentido común para garantizar la convivencia entre las diferentes necesidades de movilidad.

El primer paso para reducir el tráfico motorizado tiene que ser facilitar el uso de la bicicleta

La Unión Europea, a través de los fondos Next Generation, ha financiado con un poco más de 1,7 millones de euros las actuaciones para preparar la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) de Mataró y la pacificación del tráfico, con el objetivo de reducir el espacio de los vehículos motorizados, mejorar la calidad del aire y la calidad de vida de las personas "que residen, trabajan, estudian o disfrutan de la oferta de restauración, comercio o ocio que les ofrece la ciudad de Mataró" (mataro.cat), en línea con la estrategia europea de promoción de formas de movilidad alternativas, especialmente a pie y en bicicleta (Nuevo Marco de Movilidad Urbana de la UE, 2021).

Si estos son los objetivos del Ayuntamiento y de la Comisión Europea con su apoyo financiero, en una ciudad con tan poca tradición de movilidad en bicicleta, el primer paso para reducir el tráfico motorizado debería ser facilitar su uso y aplicar una normativa que, basada en el sentido común y siempre dando prioridad a los peatones, anime y aumente el uso de la bicicleta en lugar de penalizarlo. Construir un anillo ciclista y restringir el paso de personas en bicicleta por el resto de la ciudad no es suficiente ni responde a las necesidades de movilidad de las personas que, seguramente, pocas veces necesitan pasar por estas calles concretas del anillo.

Las restricciones severas que el Ayuntamiento aplica en el centro tendrán un efecto disuasivo del uso de la bicicleta

Tenemos una vida intensa: de casa a la escuela, al trabajo, a las actividades extraescolares, a las reuniones asociativas y a las compras y gestiones cotidianas. Muchas cosas que hacer, en lugares de la ciudad diferentes y con poco tiempo para realizar los desplazamientos. Por sus dimensiones, Mataró ofrece condiciones favorables para que muchas personas cojan la bicicleta en lugar del coche, pero su uso no está ni de lejos tan consolidado como en Lille o en Bruselas. Las restricciones tan severas que el Ayuntamiento de Mataró quiere aplicar en el centro tendrán un efecto disuasorio del uso de la bicicleta, obstaculizando la necesaria transformación de la movilidad urbana hacia un mayor uso de esta y haciendo imposible alcanzar los objetivos europeos de reducción del tráfico motorizado (que se deben medir más allá de la isla peatonal). Es razonable restringir la movilidad en bicicleta en calles muy estrechas en horas de flujos intensos de peatones. No obstante, calles como la Riera, Argentona, Bonaire, la Muralla del Tigre y de Sant Llorenç o Sant Josep (también el paseo marítimo) pueden perfectamente permitir la convivencia entre peatones y ciclistas, con limitaciones de velocidad.

No se puede aplicar la misma normativa indiscriminadamente a todos los "vehículos"

La agenda urbana Mataró 2030 habla de una ciudad próspera, inclusiva, saludable, ecológica. La rigidez con la que se diseña la movilidad y la falta de sensibilidad a la diversidad están socavando el camino hacia esta ciudad que Mataró quiere convertirse. Las personas responsables de los planes y ordenanzas de movilidad deberían distinguir entre moverse en bicicleta, en bicicleta eléctrica, en patinete eléctrico o en coche y ver que no se puede aplicar la misma normativa indiscriminadamente a todos los "vehículos" ya que sus necesidades en relación al espacio público y el impacto que generan son muy diferentes. Planificar y gestionar la movilidad desde la diversidad (de modos de transporte y de personas que se mueven) es indispensable. Parece que el dinero europeo de momento se invierte en la construcción de un decorado, de una imagen que oculta desigualdad, contaminación y más de lo mismo. Todavía hay tiempo para rectificar y esperamos que el sentido común llegue también a los despachos y a los plenos municipales.

* Inmaculada Díaz reside en Mataró, es geógrafa y trabaja como docente e investigadora en la UAB.