Toni Rodon

Flores: 'Cada día era un nuevo reto y habías d’conseguir la medalla d’oro'

Cómo lo trataban los funcionarios de prisiones?
Como un número y no como un ser humano. Los prohibían tener ningún sentimiento hacia nosotros y, para conseguirlo, los cambiaban cada tres meses.

Y sus compañeros?
Disfruté de compañía durante poco tiempo. A pesar de todo, los que tuve habían perdido toda esperanza y, a menudo, me contagiaban su estado de ánimo. Vi de todo: homicidios, suicidios... Un dato muestra el estado de muchos presos: de los diecisiete que salimos, soy el único que queda en vida. El resto han muerto de infartos, sobredosis, o han sido condenados de nuevo.

Usted era antes un deportista preolímpic de lanzamiento de jabalina. La mentalidad de deportista le debía de ser de gran ayuda, no?
Cada día era un nuevo reto y tenías que conseguir la medalla de oro. Las segundas oportunidades eran inexistentes. La presión diaria hacía que tuvieras que estar preparado cada día e intentar tener la mente clara. Mucha gente se piensa que estar en la prisión es cómo ser en un hotel pero sin que te dejen salir. La celda de reducidas proporciones era como estar en una caja de zapatos. A pesar de todo, había que ver cada día como una nueva esperanza, un nuevo deseo.

Pero veinte años tienen muchos días. No pensó nunca a acabarlo rápido?
Nunca! Ni hablar! Habría sido cómo darlos la razón! Además, tenía toda la familia que luchaba y trabajaba día detrás día para sacarme de aquel agujero. No podía decepcionar todas las personas que creían qué otro mañana era posible. La libertad tenía que llegar netament y justa.

A pesar de todo, esta llegó de una forma inesperada.
El enero del 2003 el gobernador de Ilinois, que estaba a punto de abandonar el cargo, decidió otorgar el perdón ejecutivo a 177 condenados a muerte. Recuerdo aquella noche como si fuera hoy mismo: no pude dormir, enganchado al televisor y esperando la comparecencia de la autoridad del Estado. Mi esperanza fue parcial: saldría, pero tenía que pasar dos años más en una prisión donde había los convictos más peligrosos y duros del Estado.

Tener la libertad a tocar de las manos y tener que esperar dos años, se debía de hacer interminable, no?
Oh, y tanto! Pasé los dos peores años de mi vida de preso. Vivía con una presión constante, puesto que cualquier cosa que hacías podía ser mal ver y te podían caer más años. Había sido 18 años sin tener contacto humano de cualquier tipo y no estaba acostumbrado. Además, el compañero de celda era racista e intolerante, y yo tenía que aprender a convivir con la presión diaria de no saber qué hacer el día de mañana; sin nòvia, hijos, ni profesión de ningún tipo. Una vez más, la pintura significó mi única escapatoria hasta que en enero de este año conseguí salir.

Se creyó que realmente la pesadilla se había acabado?
Pues, verdaderamente, no. En aquel punto me encontré la salvación encima, a pesar de que hacía unos dos años que lo sabía. No me imaginaba las calles, la ciudad, qué cara harían muchos de mis familiares ni el mundo en general. Me hacía reflexionar el hecho que saliera sin que nadie me exculpara de mis cargos, sino que, por la voluntad de un gobernador, se me otorgó el perdón ejecutivo. Estuve mucho tiempo pensante en esta paradoja, más, quizás, que cuando supe que saldría de la prisión.

Cuando pisó la calle por primera vez como persona libre, qué es el que le pasó por la cabeza?
Que era el momento de una nueva vida, de un nuevo mañana. Tenía tantas cosas en mente para hacer el primer día que, precisamente, no hice nada. Hoy en día estoy, en cierto modo, en la misma situación. Ya no tengo tiempo para pintar ni para leer mitología o religión. De hecho, en cierto sentido, me siento más encarcelado ahora que antes.

Piensa volver algún día en los Estados Unidos?
Bien es verdad que me gustaría mucho porque tengo muchos compañeros que hace veinte años que no veo y que en mi largo proceso tengo constancia que ofrecieron su ayuda. Desearía poder volver a saludarlos y, sobre todo, poder pasar una tarde con ellos recordando buenas anécdotas de la escuela. Que ellos me expliquen su vida de forma normal y corriente. En este sentido, me da miedo que la gente me pueda rechazar. Eso sí, en el supuesto de que vuelva a los EE.UU., pero, sería un viaje corto. No quiero enfrentarme a los fantasmas del pasado. Sólo quiero aprender a olvidar y a mirar adelante otro golpe.

Pero salió de la prisión dos décadas después. No cree que le han hecho perder media vida?
Me gustaría creer que no. Me gustaría creer que la utilidad de la dignidad, la cultura adquirida, la formación como persona, el valor de la amistad y de la lucha hacia una persona estimada, son cosas que he aprendido y que no me permiten hablar de haber perdido la juventud. Hay que mirar con las cosas positivas, que incluso las cosas más negras tienen su utilidad. De hecho, mi escapatoria del infierno no vino de una forma casual sino por una causalidad. Quiere decir esto que la vida será más fácil a partir de ahora? Pues, realmente no. Cada día me levanto pensando si la realidad es un sueño o si son mis pesadillas que en el pasado se hicieron realidad. No me llego a creer que pueda quitarme por la mañana y saber que nadie querrá aniquilarme de esta tierra. Si quizás he perdido media vida? Creo que hay gente que, a pesar de no estar enchironada, seguramente la ha perdido mucho más que yo.

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