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En la muerte de José María López Blánquez

Miguel Guillén hace el obituario del mataroní José María López, activista vecinal, exregidor en el Ayuntamiento, impulsor de la Peña Bética

José María López Blánquez acaba de fallecer y no puedo evitar escribir unas breves palabras para recordarlo. Tuve la suerte de conocerlo, tratarlo y trabajar codo a codo con él en el impulso de la Peña Bética de Mataró-Román Pacheco hace ya dieciocho años. Pudimos conversar durante muchas horas, en reuniones, almuerzos, cenas, excursiones... Hablamos de todo: de política, de fútbol, del Betis, de su historia y su vinculación con las personas y los proyectos tradicionalmente desfavorecidos. Pero sobre todo hablamos de Andalucía, muchas veces. Tuve la oportunidad de aprender mucho, porque era una persona sabia. Hombre polifacético, fue clave en el activismo vecinal en La Llàntia cuando nuestros barrios empezaban a crecer, fruto de la llegada de miles de personas de todas partes de España a nuestra ciudad, como era su caso. También fue concejal del PSC en el mandato 1979-1983 en el Ayuntamiento de Mataró, con la recuperación de la democracia, activista social...

Si hay algo en lo que siempre pienso cuando recuerdo a José María es su amor por su tierra, Andalucía, su activismo andalucista, la promoción de la cultura andaluza en todas partes. En mi caso particular, aprendí a amar esta tierra desde que nací, pero conocer a José María muchos años después me permitió entender mejor algunas cuestiones concretas. Cuestiones que siempre me serán muy útiles para entender mis orígenes, que son los mismos que los de cientos de miles de personas en Cataluña, que nos condicionan y nos condicionarán siempre de una manera determinante, porque ser andaluz y catalán significa indisolublemente formar parte de una manera de ser y entender la vida, de afrontarla y disfrutarla, desde unos orígenes sociales muy concretos, porque emigrar cinco o seis décadas atrás significaba pertenecer a una clase social concreta, no lo debemos olvidar. Porque nuestro país hoy no sería el mismo sin la contribución de los andaluces y las andaluzas que abandonaron su tierra huyendo de la miseria y buscando un futuro mejor.

José María era una persona buena, afable, entrañable. Duro a veces, porque algunos principios para él eran incuestionables, sobre todo si tenían que ver con el respeto por su cultura y la justicia social. Porque era un hombre profundamente de izquierdas, socialista, solidario y trabajador. Seguro que sus antiguos compañeros de militancia política tienen muchas cosas que recordar también. En los primeros años de funcionamiento de la Peña Bética de nuestra ciudad, su papel fue fundamental, y todos lo respetaron siempre, todos lo escuchaban cuando hablaba. Él también escuchaba a todos y trataba exquisitamente y seriamente a cualquier persona que quisiera dialogar con él. Alejado de la caricatura que por desgracia a menudo se hace injustamente del andaluz arquetípico, era serio, hablaba bajito y despacio, con un léxico rico y culto. Ahora bien, cuando la fiesta lo requería, era el primero en coger la guitarra y cantar.

En José María, como he dicho, escuchaba a todos con respeto, pero en una cosa era absolutamente intransigente y podía mostrarse hasta intransigente: cuando sentía que alguien agredía su cultura, la de su pueblo, o la menospreciaba, eso no lo podía tolerar. Lo mismo le pasaba con nuestro querido Betis, nuestro club de fútbol, que siempre vinculaba indefectiblemente con su tierra, con sus colores, y reivindicaba el "manquepierda" como una forma de entender la vida, como una manera de estar siempre al lado bueno de la historia, defendiendo a los más débiles. Gran estudioso de la historia de Andalucía, admirador de Blas Infante y de los grandes artistas andaluces, en Mataró muchas personas lo recordaremos siempre como uno de los máximos exponentes del andalucismo en nuestra ciudad. Que la tierra te sea leve, compañero, amigo.

 

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