Juan Ortiz escribe el artículo 'La biblioteca popular. Más que un nombre'
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Elvira Rocha Barral, la pedagoga y científica que quería ser bailarina

El catedrático de filosofía Juan Ortiz glosa la figura de Elvira Rocha Barral después de recibir el título de Hija Adoptiva de la Ciudad de Mataró

El 21 de julio de 2022 el Pleno del Ayuntamiento de Mataró acordó otorgar el título honorífico de Hija Adoptiva de la Ciudad a Elvira Rocha Barral, en reconocimiento a su tarea a favor de la enseñanza pública a Mataró, especialmente entre los años 1963 a 1969. La candidatura fue impulsada desde el 2017 por cuatro ex alumnos del Instituto Alexandre Satorras, también docentes: Mite Ferrer, Francesc Villà, Pere Fradera y Juan Ortiz.

Elvira Rocha dirigió el primer instituto en el Mataró de la posguerra, continuando el legado iniciado por el Alexandre Satorras y el Angeleta Ferrer, en una época de grises política y didáctica, aportando junto con su equipo un trabajo progresista, comprometido, moderno y valiente hijo del Instituto Escuela de la República, desafiando la ideología y la mala pedagogía imperantes en el momento. Angeleta Ferrer sería su faro, de quien ya tenía referencias.

El matrimonio Satorras-Herrero era al COPEM (Centre Oficial de Patronato de Enseñanza Mediana) de Mataró de paso, castigado por el franquismo. Otro director también represaliat,  Joan Roig, aprovechó su experiencia por acomboiar la Elvira Rocha, en la tarea de nueva directora. Era una mujer con osadía y seguridad a quien no paraban los obstáculos.

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Elvira Rocha, durante el acto que la hizo Hija Adoptiva


De su empuje salieron dos edificios para la ciudad y la comarca en pleno funcionamiento, destinados a la enseñanza secundario público en una época en que no había cabo. Y esto solo en los seis años que van del 1963 al 1969. El resultado fue el actual Damià Campeny y el Alexandre Satorras.

Hizo normal que en las aulas estuvieran chicos y chicas juntos. También habilitó, a solicitud de gente trabajadora, un régimen nocturno para que pudieran acabar los estudios de Bachillerato.

El Instituto empezó a ser sospechoso, porque consiguió, dentro de la minoría de la población que en aquella época estudiaba bachillerato, que hijos e hijas de gente con pocos recursos pudieran compartir estudios con hijas e hijos de familias acomodadas. Esta fue una muestra de la fuerza de la obra que encabezaron el tándem Rocha-Roig y el resto de su equipo. Al empezar a tener tan de éxito se generó inquietud, que convergieron la alarma de la burguesía, la alarma de la Falange, de Soler Fonrodona, que era el regidor. Apareció un número de la revista Fuerza Nueva que decía: "El comunismo se filtra en la Enseñanza Media estatal de Mataró"... Y explicaba que " había un instituto que era comunista..."

El último año de la dirección de Elvira Rocha llegaron cuatro profesores nuevos: en Cirac, el Arregui, el Iribarne y el Enríquez. Estos cuatro, la "quadriga", presentaron una denuncia contra ella. Las infracciones administrativas que la propia Elvira reconoce fueron la excusa oficial, pero los motivos de peso fueron otros.

Antes las autoridades ya empezaron a asediarla: El propio gobernador civil de Barcelona la gritó a su despacho para obligarla a posar el "palo" de la bandera, pues había sido denunciada por la extrema derecha por este motivo. Ella demostró que a muchos institutos no había ningún "mástil". El gobernador, enfurecido, la echó del despacho inmediatamente. Cuando después quemaron la bandera y la Brigada Político-Social la gritó a la comisaría de la calle Llauder, la presionaron: "hable, han quemado la bandera; díganos quién ha sido". Elvira Rocha, con su coraje habitual, respondió: "yo los daré cuenta de las matemáticas que sabe un alumno del instituto, o del latín que sabe, de las posibilidades docentes o de estudiar que tiene... De esto de la bandera, aunque lo sapigués no se lo diría..."

Tuvo que marchar de Mataró, hacia El Prat de Llobregat, donde coincidió con la mujer de Manuel Vázquez Montalbán, también profesora. El director, de forma discreta, le señaló que había un policía de paisano que la vigilaba desde el aparcamiento...

Tuvo que marchar a Madrid "exiliada", al barrio de San Blas, donde continuaría la tarea, pedagógica y social de Angeleta Herrero. Su prestigio era grande y la hicieron representando de los catedráticos de instituto a la "Platajunta", organismo unitario del antifranquismo. Más adelante, la hicieron directora del instituto de los periodistas, un instituto público con alumnos seleccionados, hijos de la profesión. Ella se opuso a estos privilegios.... Después de un año recibió una carta de cese del alto cargo de la administración educativa. La firmaba Alfredo Pérez Rubalcaba. Al preguntarle a su primo el motivo, el escritor y editor Carlos Barral, senador del PSC, este le respondió: "simplemente, tú no eres de los suyos". Los socialistas habían invernado cuarenta años pero venían pisando fuerte.
 

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Foto de familia posterior al homenaje

 

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