M.Cuello

Adictes a los videojuegos, adictes a la violencia?

REPORTAJE: Los jugadores de videojuegos aseguran que esta afición los relaja pero cada vez más se ponen de moda los juegos de sangre y matanzas

Son las once de la mañana de un sábado como hoy, una pandilla de cinco chicos, aproximadamente de unos doce años, entran a un cibercafè de la ciudad. Se instalan ante sus respectivos ordenadores y eligen un videojuego. El juego, con un nombre inglés de difícil pronunciación, es muy sencillo: disponen de todas las armas necesarias para matarse mutuamente. El ganador es aquel que conserva la vida. Es importante que tu sangre (guerrillero que tú representas) literalmente no salpique la pantalla. Pasan las horas y sólo se sienten gritos de victoria o instrucciones. “Ahora luchamos con cuchillos”, anuncia uno del grupo. A las dos del mediodía, la mayoría de ellos empiezan a desfilar hacia casa. Marchan contentos, han pasado un rato divertido.

El cibercafè es lleno, todos los clientes son chicos de entre diez y veinte años. Algunos, igual que sus compañeros, también matan escarnissadament en sus pantallas unas bestias abstractas. Afortunadamente, hay otros usuarios que juegan a cursas de coches o hacen partidas de tenis contra el ordenador. Todos ellos son grandes amantes de los videojuegos, conocen a la perfección las últimas novedades del mercado y se pasan muchas horas ante la pantalla potenciando su habilidad para eliminar los malos, derrotar un compañero o humillar a la propia computadora.

La primera finalidad de los videojuegos es la distrecció y la segunda desestressar-se. “Jugar con un videojuego me relaja, me ayuda a gastarme de la tensión cotidiana”, asegura un chico. Malgrat dicen los usuarios que la acción que succeix- a la pantalla está el factor menos importante del producto, antes es preferible una buena imagen o un control fácil, la mayoría de propuestas son basadas en la violencia. “Es verdad que la violencia atrae los jóvenes, pero esto es simplemente una moda”, comenta otro jugador. Y añade: “Antes estaban de moda los Pokemon y ahora los juegos de sangre”.

Las nuevas tecnologías, mayoritariamente útiles por la mejora de la sociedad, también pueden ser mal usadas y producir efectos contradictorios. Los videojuegos pueden convertirse en una adicció: “Hay personas que venden a jugar una hora cada día o cada dos días, pero también hay jugadores que aguantan cinco horas ante la pantalla”, asegura uno de los trabajadores del cibercafè. Una afición que no es trueque. Cada cuarto temprano de juego representa un euro. A partir de aquí la relación no es proporcional, diez euros dan derecho a tres horas de juego.

Los cibercafès pero no son madrigueras de personas enganchadas en este mundo de los videojuegos, en ellos también se forman amistades a través del juego. “La gente no solamente viene al local para jugar, también viene para relacionarse, encontrarse con los amigos y hacer nuevas amistades”, asegura en Ramon, propietario de un cibercafè. De hecho, desde los mismos locales, se intenta evitar que un joven se haga adicte al juego: “Siempre avisamos que los videojuegos por muy divertidos que sean no pueden sacar horas de estudio y por eso cuando nos enseñan buenas notas los regalamos una hora de conexión”. Se la hora de cerrar. Todos los ordenadores se apagan. Malgrat han sido más de cinco horas matando extraterrestres y figuras humanas virtuales todos ellos aseguran que la violencia no se lo llevan en la calle o a casa. Esperamos que así sea.

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