El patinador Lluís Gámez
El patinador Lluís Gámez

Lluís Gámez, con los patines desde la cuna

Gámez, patinador del Club Patinaje Artístico Sant Vicenç de Montalt y que ahora tiene 15 años, ha ganado el campeonato del mundo oficioso de la categoría cadete

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"El patinaje, para mí, es una satisfacción enorme. Es una gran parte de mi vida y me la tomo con muchísima ilusión y positivismo. Las competiciones ganadas, cómo la World Skate de Argentina, pero también la posibilidad de conocer mundo y descubrir otras culturas... es una cosa que me fascina." Lluís Gámez solo tiene 15 años pero se expresa con la misma elegancia y gracia que patina. Ahora es cadete de segundo año. Ha ganado el oro o ha hecho podios en los campeonatos de Cataluña y de España de las diferentes categorías que ha ido quemando. El World Skate, el campeonato del mundo oficioso, es el título que más brilla a sus vitrinas. Pero cómo y cuando empezó esta pasión por el patinaje?

El padre de Lluís, Pep Gámez, antiguo jugador de ajedrez, responde: "Un día vino su prima a casa con unos patines. Se los posó y los hizo ir cómo si fuera la cosa más sencilla. Quizás no tenía ni cuatro años. Vimos que en la escuela hacían extraescolar de patinaje y lo apuntamos". Lluís destacaba por sus habilidades innatas: "Las monitoras nos dijeron que el niño lo llevaba adentro, que hacía cosas que nadie le había enseñado. Nos recomendaron que lo lleváramos a un club de patinaje". Dedo y hecho. Los padres de Lluís visitaron el club Patinaje Artístico Mataró, pero aquel día no fue bien: "Cuando esperábamos para hacer la prueba, Lluís se posó nervioso y volvimos a casa. Decía que solo quería patinar en la escuela". Tenía cinco años.

El dicho dice que la tercera es la buena, pero en este caso fue la segunda. Unos meses después volvieron al club de Mataró y antes de acabar la prueba ya se lo habían quedado. En cinco meses superó todos los niveles para poder competir. Es un proceso que, en la mayoría de casos, puede alargarse unos tres años.

Después de unas temporadas a la capital del Maresme, Luís necesitaba un cambio de aires. Lo explica su padre: "Se sentía presionado y queríamos una cosa nueva. Solo tenemos palabras de agradecimiento por el club de Mataró, pero fuimos a parar a Sant Vicenç de Montalt. Allá han continuado los éxitos y estamos encantados con todo el equipo de entrenadoras".

El patinaje artístico es muy exigente. Entrenan cinco días a la semana y cuando se acercan las competiciones pueden llegar a tener siete sesiones. Además, a menudo los gastos van a cargo de las familias: "Ahora tendremos que comprar unos patines nuevos que valen 1.600 euros o, por ejemplo, los viajes en competiciones no oficiales solo nos los sufragan si previamente ha hecho podio". Además, es un deporte con un punto de injusticia bastante notable. Los patinadores, después de meses y meses de entrenamientos, se lo juegan todo en un par de bailes que no admiten el mínimo contratiempo.

No todo es de color rosa

No todo son flores y violas, pero Luís vive con ilusión su pasión. Y la combina con los estudios. De momento, sin inconvenientes: "Para mí no representa ningún dolor de cabeza. Saco buenas notas". Y el padre añade: "Todo han sido excelentes menos un notable. Además, al Satorras nos ayudan mucho. Cuando tiene competiciones internacionales o tecnificaciones al CARO todo son facilidades".

El joven patinador hace hincapié en la preparación mental. Más allá de la técnica, que tiene que ser pulcra, y de la buena preparación física necesaria, el cabo también se tiene que entrenar: "Es una parte muy importante. Yo lo trabajo por el mío cuento con refuerzo psicológico". Lluís Gámez disfruta de su día a día y también sueña con un futuro espléndido: "Me gustaría ir a un Mundial oficial cuando sea sénior. Hacer podio ya sería memorable". Mientras tanto, tiene claro que hará el bachillerato científico y que seguirá estudiando con la misma traza que patina.

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