M.Cuello

La producción de fresas en el Maresme cae entre un 40 y un 60%

Los labradores consideran irrecuperable este tipo de cultivo a la comarca

Las fresas del Maresme se encuentran en fase de desaparición después de que este año la producción se haya reducido entre un 40 y un 60%, en total aproximadamente un millón de kilos. Aunque la sequía y el frío de este invierno pasado no han ayudado mucho al cultivo de la fresa, que actualmente se centro en la franja maresmenca entre Arenys de Mar y Calella, la crisis del sector es más estructural.

Por un lado, la fresa local ya no puede hacer frente a la producción que llega en otros sectores geográficos: “La competencia de fresa cultivada en Huelva o en el Marruecos es demasiado fuerte, puesto que allá tienen muchos factores a favor: el clima los acompaña y por la estructura del terreno pueden trabajar con maquinaria”, asegura el presidente de la cooperativa Frespol, Ramon Xaubet. En cambio en el Maresme, todos los vientos soplan en contra, clima llevar y terrenos con pendiente, los cuales todavía se tienen que trabajar de forma manual. “El coste del producto ha subido mucho porque la mano de obra cada vez es más cara, pero además, actualmente nadie quiere trabajar al campo y no nos podemos refiar de los africanos que no trabajan con calidad”, ha añadido Xaubet.

Aunque la producción baja, los productores aseguran que la calidad de la fresa maresmenca continúa siendo más buena que la andaluza, especialmente es destacable su sabor. “Aunque la fresa de aquí es más buena por el paladar, las amas de casa en el mercado buscan aquellos productos que son más baratos y que aguantan más tiempo aunque sean de menos calidad”, explica el presidente de Frespol, una de las cooperativas de la comarca más activas en este sector.

Se prevé que la crisis de la fresa conduzca verso la desaparición del sector. “Ahora sólo quedamos cuatro productores, la mayoría a punto de la jubilación, y si se pasea por los municipios maresmencs productores de fresa los campos hacen pena, sólo se ven hierros viejos y estropeados invernaderos, puesto que son terrenos con inclinación no recuperables por la huerta”, asegura pesimista Xaubet.

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