Las Matinades despiertan y emocionan Mataró de buena mañana del 27

Siete de la mañana y primeros cohetes al cielo. Es 27 de julio y Mataró celebra la fiesta de Las Santas haciendo Matinades. La recuperación de uno de aquellos rituales compartidos sin los cuales no se puede entender la Fiesta Mayor de Mataró ha tenido hoy un poso emocional quizás mayor. La ciudad se ha despertado y se ha emocionado. No es poca cosa en el marco de unas Santas sin muchos de los momentos más vividos.

El año pasado no hubo, de Matinades. Se hicieron de clandestinas, sí, y hubo final con traca de petardos a Santa Maria mientras las campanas repicaban a Oficio. Pero no hubo la confluencia de itinerarios, ni la aceleración del ritmo de los cohetes a medida que avanzan, ni el convite extendido en todo la ciudad (de los extremos al coro) mientras los más y menos perezosos caen: debe de ser que es el día de Las Santas.

En la edición de los reinvents y las versiones, las Matinades de este año se han hecho sin pasacalles en las calles. Con itinerarios que echaban cohetes desde la calle y casas particulares que han abierto balcons y terrazas a los grupos de grallers.

Especialmente epidérmico es el final de Matinades La cuenta atrás a las nueve de la mañana. Los diferentes grupos se han dispuesto en balcons y terrazas de la cercanía de la Plaza de Santa Maria y no han parado de tocar el toque propio de Madrugadas. Una y otra vez. Hasta el punto de las nueve, cuando las campanas y los morterets han tomado el relevo en la acometida de comunicar la buena nueva del día a toda la ciudad.

En unas Santas sin calle ni pasacalles, de rituales y sonoridades encapsuladas, el garbuix desacompassat entre los diferentes toques ha sido un tipo de estallido evocatiu de Las Santas, en su mañana más honorable, en una de aquellas secuencias que si siempre gustan este golpe han emocionado más y todo.