Empacho de diablos, chispas, chasquidos y humo al Jódele fuego! Foto: Quim Vivas
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Empacho de diablos, chispas, chasquidos y humo al Jódele fuego! Foto: Quim Vivas

Empacho de diablos, chispas, chasquidos y humo en el Fot-li foc!

El primer acto al hacer coincidir las cuatro pandillas locales demuestra la dificultad de convertirlo todo en espectáculos

GEMA

El patio de Valldemia es un espacio enorme, de los que entras y a no ser que hayas estudiado a los Maristes enseguida miras de comparar con el que tenía tu escuela. Su campo de arena podría acoger miles de personas, por medidas. Si no hubiera Covid, se entiende. En estas Santas de reinvents ha sido el espacio escogido por el acto con más protagonismo pirotécnico en manso de diablos y diablesas. Se llama el Fot-li foc! y es el primero que agotó entradas previas, a pesar de que después tuvo sillas vacías. El acto se repite cada día a las siete, hasta el 29.

Siete de la tarde y la gente va sentando con disciplina. Mayoría de familias y el público dividido en zonas. Hielo, separación, mascareta; no por habitual y obligado deja de ser importante. En estas Santas con asterisco las cosas de siempre se tienen que hacer de otro modo. Hay recetas en las que es fácil innovar. Otros, pero, tienen un margen de maniobra más escaso.

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El Fot-li foc! es a la vegada un reto y una ocasión subrayada. Empezamos por el que lo hace extraordinario: se recupera el "quemar", devuelven las pandillas, se encienden carretilles, si el viento te encara sientes el olor de la pòlvora todo y el bozal. Es un reto, pero. Los diablos no son figurants ni su praxis es escénica de por sí. Ellos son gente de correfocs, de calle y dinamismo. En la gigante y assoleiada explanada de este campo de fútbol arena los diablos quedan pequeños. Lejanos. Incluso remotos. Pero posan buena voluntad. Ellos y el público.

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La diversidad de pandillas locales

Comparecen los Atabalats de Cerdanyola en primer término, después los Diables de la Llàntia, los suceden los Diables de Mataró y acaban les Diablesses, antes de una encendida de una conjunta de una representación de cada pandilla. El acto se allargassa por falta de ensayo con pirotecnia (el resto de días, seguro, será más dinámico) y el mejor que tiene es reencontrarse con alguna emoción o sensación, todo y la distancia, la contundente luz diurna que apacigua las chispas y un cierto tono monótono en la concatenación de apariciones. Sirve, eso sí, para conocer mejor cada pandilla y cómo evoluciona. Su ritmo, su percusión, sus ritos o incluso el rictur.

Els Diables Atabalats de Cerdanyola

Los Diablos Atabalats de Cerdanyola. Foto: Quim Vives

Los Diables de Mataró hacen una porción del acto sacramental de connotaciones religiosas. Los Atabalats no, a pesar de que en la Fiesta Popular también lo hacen.

Los de la Llàntia se divierten, juguetones, a su vez mientras van arriba y abajo. Las Diablesas hacen algo más de sincronía, cómo si jugaran. Unas Gemma Menguals y Ola Carbonells (Berta Ferreras, que es nuestra) con chispas en ninguna parte de pinzas a la nariz. Y los Tabalers do Maresme, a su farra. También es tradición. El acto se alarga y el fuego no para. Es un "dona-me'n dona-me'n", que busca con el argumento de la acumulación amortiguar la ilógica conceptual de un espectáculo pirotécnico un poco absort. El público, buena predisposición. Sobre todo cuando la sombra se hace más cómplice. Y a la salida la sensación de la reencontrada, sí, pero también de la distancia. Innegable que el acto responde al nombre: Fot-li foc!. Pero también humo. El mismo plato tantas raciones hace un poco de bola. Un empacho también hace fiesta. Todo sea esto, en estas Santas en que está sin contexto.

Els Diables de Mataró, cremant. Foto: Quim Vives

Los Diablos de Mataró, quemando. Foto: Quim Vives

 

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