Adiós, Josep Maria

Hace muchos pocos días nos teníamos que despedir bien tristemente, de lejos y por escrito, de una persona de la magnitud de Arnau Puig, filósofo y crítico de arte.

Esta maldita pandemia nos ha impedido rendirle una despedida digna y poder acompañar la familia y conocidos en estos amargos momentos.

Ahora nos encontramos de nuevo en estas circunstancias, a raíz de otra pérdida de un gran amigo, artista y miembro de la junta de nuestra Asociación, en Josep Maria Gomis.

Otro golpe nos vemos en la imposibilidad de acercarnos a sus familiares y amigos más íntimos para decirlos cómo y de qué manera sentimos esta muerte.

En Josep Maria fue un artista muy cumplido a quien nunca le cayeron las sortijas para abrir las puertas de su estudio y de su taller así como impartir clases para dar herramientas y animar vocaciones artísticas, nuevas o viejas, todo muy empapado de su inmensa humanidad y simpatía.

Fue esto: un gran artista a escala humana que nos cautivó tanto por sus obras como por el trato abierto y solidario que recibimos de él.

Su obra escultórica vendía precedida de un dominio extraordinario del dibujo del natural, enriquecido con toda una serie de recursos adquiridos tanto por estudios como por métodos de auto-aprendizaje. Su bagaje era muy grande y esto le permitía utilizar sus creaciones para comunicar sentimientos, pasiones, serenidad, joya...

Sus obras son explícitas, hasta un cierto punto, y conectan directamente con la parte emotiva de los admiradores, que, hay que decirlo, eran, son y serán, muchísimos.

Sus obras serán su recuerdo material, de una gran calidad, pero la huella que ha dejado en nuestros corazones es imborrable, por mucho que pueda sonar a frase hecha por estas ocasiones. Es que en Josep Maria era así: se te ganaba y ya lo podías añadir, como no fueras un extraño, a lista de amigos de quienes puedes refiar-té.

Una grave y repentina enfermedad le ha quitado la vida y con ella nos ha dejado tan sólo esta oportunidad de dedicarle unas emocionadas frases, pero nos hemos quedado con las ganas de rendirle uno merecido adiós y poder abrazarnos entre todos y todas aquellos y aquellas que lo estimamos.

Josep Maria, no quiero llorar, porque tal como tú eras, me parece que nos regañarías y harías brometa. Esto también lo añoraremos. Adiós desde el fondo del corazón.