A pesar de todo, Londres fue azulgrana

Londres es una ciudad diferente. Todas lo son, está claro, pero Londres lo es más. No porque los conductores entren por la puerta derecha a los coches, ni siquiera por el hecho que las medidas sean las libras, las millas y los peines, que también, sino porque nos encontramos en la ciudad, seguramente, más cosmopolita de Europa. La mezcla de culturas, razas y religiones es enorme. Londres es globalización en estado puro. Por singular que sea la indumentaria de un peató, o por estrafalari que traiga el peinado, en Londres pasa desaparcebut. Nadie se inmuta porque alguien calcio un zapato de cada color. Las tribus urbanas se han perdido en el océano de la diversidad. Las barreras no existen y el vestuario es, simplemente, infinito. Por esta razón, destacar en Londres es imposible. Y por eso mismo, tiene mucho mérito conquistar una ciudad, ni que sea una minúscula parte de ella, durante un día.

Y esto es el que pasó el pasado martes, con la visita de más de 3.000 culés a la capital británica. Con la misma educación que los londinenses reciben sus visitantes, los azulgrana que se reunieron a Trafalgar Square hicieron suyos los alrededores de la plaza y sus pubs. Cómo bien decían en sus canciones -"no somos turistas, somos barcelonistas"-, los forofos no llegaban para hacerse fotografías ante el Big Bien ni a comprar postales de la Reina madre. Los más de 3.000 culés viajaron hasta Londres para mostrar sus sentimientos hacia unos colores antes de un partido de la Champions League ante el Chelsea, un equipo del barrio más 'pijo' de la ciudad. Y lo hicieron. Las tres etapas de la borrachera se cumplieron todas menos una, la de insultar a la autoridad. En cambio, la exaltación de la amistad y los cantos regionales -en este caso barcelonistas-, no faltaron. Cuando ya se habían sobrepasado los dos peines, la bebida por excelència en Londres, las banderas ya colgaban a todos los rincones de los pubs. La timidez con que se había entrado al establecimiento, había dado al orgullo culé, demostrado con canciones que, uno empezaba y todo el mundo seguía. El himno del Barça se podía escuchar por todas las esquinas y las bufandas ondeaban a cada rincón. Los peines corrían de un lado al otro sin aturador. Hasta la hora del partido. Cada cual se desplazó como pudo a Stamford Bridge. Unos con los clásicos autobuses de dos pisos, otros bajante a Fulham Broadway, la parada de metro que te deja a dos minutos del estadio. Y los más afectados por los peines, seguramente, en uno de los muchísimos 'minicabs' -taxis- que ruedan por la ciudad. Tanto era, la cuestión era llegar, y las opciones, múltiplos. Al lado del campo, el último peine antes de entrar. Ya sólo quedaba el partido, un auténtico 'roller coaster' de emociones que, desgraciadamente, acabó en bajada. Pero esta es otra historia que nada tiene que ver con la de los más de 3.000 forofos del Fútbol Club Barcelona que pasearon su orgullo por una enorme y gran ciudad, Londres. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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