Santo Simó

Cugat Comas

A Mataró nos comemos el sable por Sant Simó

Feliz el 28 de octubre, el día que a Mataró nos endulzamos con el roscón más peculiar del año

En Mataró , además de capgrossos, somos propensos a minusvalorarnos especialmente. A nosotros y a lo que hacemos. No tenemos y no hacemos nada de bueno, la ciudad no es lo que era, tenemos playa pero la de los otros es más guapa, por los Juegos del 92 fuimos el último mono de la compañía y cuando la gente tenía bancos y cajas propios nosotros teníamos la Laietana, que acabó estafando a media ciudad. Este tipo de victimismo (en muchos de los casos es cómo aquello de las películas: "basado en hechos reales") tiene pocos contrapuntos.

Hay pocos días al año en qué podamos mirar por encima del hombro a la gente que no es de la capital del Maresme, por eso y haciendo proselitismo de los pocos jorns en que nos hacen un pase de gol clara, pocas fiestas tenemos más felices que el 28 de octubre, cuando la tradición, la consuetud, la llamineria y el hambre nos dirige a comernos el sable de forma deleitosa. Quedamos. No es una práctica de uno o de pareja. Nos comemos el sable con la familia, a la hora de comer. O para merendar. Cómo va bien hacer siempre, todos tenemos el sable preferido que querremos degustar y siempre vamos a buscarlo allá mismo. Incluso se lo comen en las escuelas. Adoctrinadores!

Comerse el sable por Sant Simó es un sello de identidad local que queda subrayado en años cómo este, en que el 28 de octubre anda por la semana. Laborable, le dirán. Y lo es. Pero mientras al resto de globo transitan por la grisor del día nosotros nos comeremos el sable. Hay auténticos viciosos de comérselo. En el trabajo, uno. A la hora de comer, el otro. Para merendar, quizás. Para cenar, si queda. Y el día siguiente para almorzar si ha sobrado. En Mataró también el 29 de octubre empieza más dulce que los otros días puesto que va detrás del día del sable.

El roscón más singular

El sable no es otra cosa que el roscón especial cercado en forma de la espada que asociamos icònicament a los piratas y con el cual evocamos el advocació de la ermita a Sant Simó, confiándole que se acabaran las invasiones e incursiones. De esto viene la ermita, la tradición y la fiesta. Padre Palomar ha estudiado y escrito todos los detalles en un libro preeminente al estante de lecturas mataronines. Sea inducido, buscado o evocado, este carácter pirata lo aprovechamos para situar a finales de octubre y cuando el resto de mortales se dividen en devotos de la Castañada o abduïts por el Halloween, una cita dulce con un tortell solo por nosotros. Cómo el de Reyes, la herradura de Sant Antoni o los de las grandes ocasiones.

Coméis sable, mataronins. Coméoslo con toda la fruición. Seáis incluso lascivos y ahora que todo el que no se retrata no existe, no dudáis de hacer dentetes a todos los que no se lo comen. Que se hagan joder. No son de Mataró ni saben qué es el sable. Algunos, de hoy dicen el día de Santo Judas, y no de Sant Simó. Que se sigan traïnt los instintos, ellos: que nosotros llevamos la boca llena de brioix, mazapán y cabello de ángel.