portada opinió joan Felix
portada opinió joan Felix

Joan Fèlix Martínez-Torrentó

La inflación paraliza la construcción

El Delegado del Colegio de la Arquitectura Técnica de Barcelona al Maresme reflexiona sobre los efectos perversos de la inflación en el sector

Apenas empezar a salir del parón generada por la pandemia, la guerra de Ucrania nos adentró en una crisis energética que ha disparado costes de construcción de los edificios y ha acentuado todavía más una situación inflacionista que impacta de forma contundente en el sector de la construcción. Uno de los resultados es el diferencial entre los presupuestos de las obras públicas en el momento de su licitación y el coste real de los proyectos en el momento de la ejecución, el que ha hecho que muchas empresas hayan desistido de presentarse a concursos, con el que muchos quedan desiertos y muchas obras quedan a medias porque no salen por anticipado.

Es el resultado de la inexistencia de un sistema de revisión de contratos ágil y eficaz, para actualizar los precios en función de la realidad de un mercado cada vez más cambiante. Es cierto que se han realizado esfuerzos para solucionar esta situación, cómo también lo es que las medidas tomadas para aligerarla no son suficientes.

Esto lleva a la paradoja de una Administración con voluntad de invertir, pero una normativa demasiado rígida para hacer efectiva esta inversión. Las normas de revisión de precios establecen unos condicionantes inasumibles por el 90 % de las empresas del sector. Todavía más, el incremento del coste de las materias primeras y de los gastos energéticos ha provocado que el encarecimiento de las obras llegue al 30 %, el que aboca muchas compañías a su cierre.

Muchos promotores han optado para no iniciar obras ya previstas a la espera que el mercado se estabilice. Esto es visible siguiendo la evolución de los visados solicitados al Colegio de la Arquitectura Técnica, que indican que el sector no repuntarà en los seis meses próximos. También se ha observado menos consultas referentes al inicio de obras grandes y medianas, en cambio, las obras pequeñas sí que mantienen una cierta continuidad, pero con unos controles más estrictos del gasto. Al contrario que en el caso de las licitaciones públicas, las obras privadas no se ven paradas, pero se registra una dilatación en los plazos de ejecución por las dificultades de suministro en algunos productos.

Otro elemento que aparece en medio de este panorama es un incremento de los tipos de interés impulsado por el Banco Central Europeo para tratar de enfriar la economía y que se traduce en un aumento de las hipotecas que muy probablemente frenará la demanda de vivienda, porque el poder adquisitivo de las familias es limitado.

La respuesta más eficaz a esta situación pasa por la rehabilitación, un campo con un potencial inmenso para explotar, en un momento donde nuestras ciudades tienen un parque de viviendas cada vez más envejecido, unos cascos antiguos en decadencia, y unas reservas de suelo por viviendas, cada vez más escasas, y que hay que hacer un esfuerzo para reducir un gasto energético exagerado.

Al fin y al cabo, resulta mucho mejor alargar la vida del que tenemos a través de un buen mantenimiento de las viviendas y reciclarlos aprovechando buena parte de sus materiales, algunos de ellos de mejor calidad que los actuales, que no derrocar y construir de nuevo.

Archivado en:

Comentarios