Los beneficios del pez azul son indiscutibles. Pero si además, podemos consumirlo en un formato que nos permite en un minuto improvisar una cena o una merienda saludable, todavía son muchos más. Las sardinas en conserva son un alimento muy versátil, y una de las conservas del mercado más económicas. En la cocina nos ofrece un abanico enorme de posibilidades: En tostadas, ensaladas o mezcladas con pasta y arroces... Son muchas las maneras de consumirlas.
Los nutricionistas aconsejan comerlas al menos una vez a la semana, porque suponen una inyección de ácidos grasos, yodo, vitaminas del grupo B, proteínas y muchos minerales buenísimos para nuestro sistema inmunitario. Tan solo una lata de sardinas, nos aporta el 100 % de la ingesta diaria recomendada en ácidos Omega 3, recomendada por la Organización Mundial de la Salud.
Entre sus beneficios encontramos:
- Contienen fósforo, que contribuye a la memoria y a dar el máximo rendimiento por lo cual es ideal para estudiantes y sobre todo en sus épocas de exámenes.
- Ayudan al funcionamiento de los riñones, secreción de hormonas o coagulación de la sangre.
- Tienen un alto contenido en calcio, sobre todo en las espinas. Las sardinas peladas y sin espina contienen 50 mg de calcio. Este valor se triplica en el caso de las sardinas en conserva, donde esta parte del pez suele consumirse.
- Reducen el colesterol malo y aumentan el colesterol bueno.
- Disminuyen las inflamaciones y evitan el riesgo de sufrir trombosis.
- Son muy saludables para el coro y fortalecen los huesos.
Por todo esto y más, es muy recomendable incluirlas en cualquier dieta, sea de adultos o niños. Una recomendación, eso sí, es fijarse bien en el etiquetado del producto y seleccionar aquel producto que contenga la menor cantidad de sal posible, y escurrir un poco el óleo, si se está siguiendo una dieta de aprimament.
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