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Absuelven el acusado de agredir sexualmente un menor internado

La Audiencia de Barcelona absuelve el monitor de un centro de menores de Teià juzgado para agredir sexualmente un interno

Los magistrados creen más las pruebas exculpatòries del acusado que la versión del denunciante

La Audiencia de Barcelona ha absuelto el monitor de un centro de menores de Teià juzgado para supuestamente agredir sexualmente uno de los internos de 13 años hasta cinco veces. La fiscalía y la acusación particular le pedían 67 años de prisión, pero los magistrados a pesar de no desmentir el denunciante, dicen que no tienen más pruebas contra el acusado y que, en cambio, la defensa sí que aportó pruebas de descargo. De hecho, solo la supuesta víctima, autista y con un 42 % de discapacitado, y su madre, que tenía cierta enemistad con el monitor, sostenían la acusación, mientras que los compañeros de trabajo y los forenses apoyaban a la versión del acusado.

Después de la práctica de toda la prueba realizada en el juicio oral y de analizar las periciales médicas del acusado, la sala considera que: "No podemos afirmar que el denunciante faltara a la verdad en su relato, ni que este fuera inducido por una tercera persona. El que el tribunal expresa es que su declaración, como única prueba de cargo, es insuficiente para considerar acreditados los hechos objeto de acusación. La falta de corroboraciones externas y las inconsistencias que hemos analizado, junto con la importante prueba de descargo aportada por las defensa nos conducen, cómo no podría ser de otra manera por imperativo de la presunción de inocencia, a la absolución de G.G.A. de todos los delitos por los cuales estaba acusado".

  • El acusado trabajó en el centro de final de octubre del 2013 a principios de enero del 2014 como monitor de día, y desde entonces hasta el 24 de agosto del 2015 en el turno por la noche.

Según las acusaciones, cosa que la sentencia no considera demostrado, durante el 2014 y aprovechando la situación del menor y el hecho que él era el único vigilante por la noche, le hizo tocamientos y lo obligó, "con fuerte comminació", le hizo penetraciones bucales y anales. Así, a principios de año, cuando los dos volvían en coche de la prisión de mujeres de Barcelona para visitar la madre del chico, lo llevó en una zona boscosa aislada, cerca de Teià, le pidió como "favor" al cual no se podía negar, que le hiciera una felación. A continuación, lo amenazó que si decía algo lo trasladarían a un centro de menores delincuentes, cosa que intimidaba la víctima.

Al cine de Mataró

El julio del 2014 el acusado y otro educador llevaron la víctima y otros menores al cine, a Mataró. Cómo que la víctima se llevaba mal, el acusado lo llevó a un rincón apartado para regañarlo y le tocó los genitales. Entre julio y agosto del 2014 el acusado hizo ir el menor a su despacho a las 12 de la noche y lo invitó a ver un documental. Cuando acabaron, lo hizo acompañar en la zona del centro donde se guardan los cochecitos para bebés. Allá, lo hizo desnudar y lo penetró analment en tierra. La víctima lloró de dolor, y el acusado lo calmó y lo llevó a la cama para dormir.

Cuatro semanas después de estos hechos, hacia septiembre, el acusado le recriminó al menor que hablara tanto con el subdirector, lo llevó en la zona de los cochecitos, le dio una bofetada y lo volvió a penetrar analment. Finalmente, entre septiembre y octubre, la situación se repitió y el menor acabó llorando y vomitando.

Una charla sobre abusos levanta la liebre

El menor explicó los hechos a raíz de una charla sobre abusos sexuales por parte de una enfermera, seguida de una conversación que tuvo una psicóloga el noviembre del 2017 a Barcelona. Entonces le explicó a su madre, que ya había salido de prisión. Desde entonces el menor tiene estrés posttraumàtic y se le han agravado otros síntomas que ya tenía cómo aislamiento, ideas suicidas, conducta sexual desinhibida, masturbación compulsiva, tristeza, desconfianza y culpabilización.

Durante el juicio, el acusado alegó que tenía disfunción erèctil y que cuando dijo al joven que él era gay, este mostró cierto rechazo. Los compañeros de trabajo del acusado explicaron que el monitor era uno de los mejores del centro y que era casi imposible que hubiera podido agredir sexualmente el joven sin que nadie más lo hubiera detectado. En cambio, tanto estos trabajadores cómo algunos psicólogos explicaron que el joven tenía mucha imaginación y se inventaba cosas.

Por todo esto, los magistrados concluyen que no hay bastante pruebas contra el monitor, a pesar de que no desmienten totalmente el denunciante.

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