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La impronta mataronina detrás el concierto histórico de Oques Grasses

Hablamos con el miembro de Oques Grasses Miquel Biarnés y con la directora de movimiento en el escenario Cristina Castellà del concierto del Palau Sant Jordi

Si las vetustas paredes de diseño del Palau Sant Jordi de Barcelona pudieran hablar, seguramente nos explicarían todavía hoy que han pasado algunos días la emoción y la intensidad que se vivió el sábado 28 con el concierto de Oques Grasses. Pero los edificios no hablan, aunque sean una joya arquitectónica de hace 30 años firmada por el recientemente desaparecido Arata Isozaki. No habla la pista, ni la cubierta, ni las gradas pero sí que hablan las personas que lo llenaron cómo nunca antes y que vivieron un recital que se considera histórico. El de récord de público en la época moderna. 18.400 fans.

Del concierto de Oques Grasses, que celebraban 10 años de trayectoria consolidados cómo uno de los grupos catalanes de más querencia (cuarto grupo que canta en catalán seguido que agota entradas, lista notable con Antònia Font, Sopa de Cabra y Zoo) se ha escrito y dicho mucho. En un país de autoestima irregular, cuando unos 'nanos' de la Plana de Vic de vez se las dan de grupacho y show de dimensiones de primera división de farándula anglosajona, es normal que se quiera glosar la obra y sus gracias. Pero en un medio maresmense, a la fuerza, conviene fijarse en la parte propia del gran espectáculo. Y es aquí donde conviene hacer constar la notable impronta mataronina que había, que se notaba, en el recital.

Ya no es que quienes vigilaban quién entraba fueran de la empresa Wakeful de la calle de Sant Antoni ni que la más que notable sonorización (en un recinto propenso a la reverberación y del cual muchos hemos salido enfadados con el sonido más de una vez) fuera a cargo de la empresa TST ubicada en el Polígono del Plan de en Boet. Es que uno de los miembros de los Oques es mataroní de adopción (y ya ha hecho méritos y gestas para que le reconozcamos la nacionalidad compartida) y otra mataronina se ocupó de un aspecto que todavía es desconocido y que explica buena parte del buen funcionamiento del concierto como show más allá de la música.

El concert d'Oques Grasses. Foto. @cardali_graphics / @edumoratovila
Miquel Biarnés, en acción. Foto. @cardali_graphics / @edumoratovila


El Oques 'mataroní'

En Miquel Biarnés es uno de los Oques Grasses y aún este martes, más de 48 horas después del concierto, aseguraba estar emocionado por cómo fue el concierto. "Antes de salir sentía muchos nervios pero una vez fuera, en el escenario, prevalece la responsabilitat: la gente ha pagado por un producto muy hecho y tienes que estar al nivel". Miquel que en este primer bloque del concierto llegó a tocar cinco instrumentos diferentes (percusión, trombón, guitarra, batería y bajo) asegura que durante el inicio "todo era más épico y gordo, y estábamos muy concentrados y no tanto disfrutando de tener 18.000 personas delante pero después hay un momento que eres consciente, y es increíble".

El concierto de Oques Grasses incluyó algunas canciones en un escenario pequeño, situado en medio de la pista del Sant Jordi. El grupo quería recordar sus inicios en fiestas de pueblo. Allí Miquel vio cómo sus pandillas de amigos de Ascó y Mataró estaban al lado, cerca suyo. "Fue muy especial y nos dio pila para todo el concierto, tenía allí a todos mis colegas, a toda la gente que me quiere y podía hacer lo que quería y a la vez a su lado de golpe veo a Judit Neddermann, a quien admiro muchísimo. Todo allá, bien cerca, parecía que no pudiera ser".

Después de esta parte, dice Biarnés, el resto de concierto fue "de más soltura, más de disfrutar. Conseguimos hacer en el Palau Sant Jordi lo mismo que hacíamos el 2013. Muy disfrutado hasta el final".

 MG 5138El concert d'Oques Grasses. Foto. @cardali_graphics / @edumoratovila
El concierto de Oques Grasses. Foto. @cardali_graphics / @edumoratovila

 

Una coreógrafa como directora de escena

Cristina Castellà es bailarina, coreógrafa y profesora de danza y movimiento. En Mataró es simplemente 'la Casta', conocidísima como miembro activo del colectivo Dans Invitro. Pero lo que la vincula a Oques es un añadido más de su currículum y trabajos. Ella lo llama "acompañamiento de directos a grupos musicales" pero a la hora de la verdad desarrolla la tarea de dirección escénica, la cabeza que hace mover el grupo arriba del escenario para que el concierto resulte visualmente más allá del componente de la música. Y de acuerdo con esta, obviamente.

Castellà ya había trabajado con Oques Grasses preparando la gira anterior y que culminaba en el Palau Sant Jordi. También ha hecho lomismo con grupos cómo las Balkan Paradise Orchestra con sus dos últimas giras «Odisea Tour, 2020 y BPΩ TOUR, 2022» y con Marcel i Júlia con su última gra «En Órbita, 2021» Y tiene números para que el trabajo le vaya a más, porque basta de ver el directo de cualquier de estos grupos antes y después de pasar por sus manos para entender la dimensión y la necesidad de esta nueva figura dentro de los directos. Los músicos no se mueven a lo loco. Todo está pensado, todo tiene un porque yCristina dedicó todo el enero a preparar el concierto de Oques Grasses del Sant Jordi, con los 12 músicos de refuerzo que llevaba la formación y con la adaptación del concierto al nuevo espacio escénico y el engranaje con toda la nueva técnica, a diferentes niveles, con todo el que se tenía que tener presente. El resultado, de matrícula, saltaba a la vista el pasado sábado.

El concert d'Oques Grasses. Foto. @cardali_graphics / @edumoratovila
El concierto de Oques Grasses. Foto. @cardali_graphics / @edumoratovila

"Mi trabajo en este caso fue sobre todo ordenar las entradas y salidas de las colaboraciones que participaban en momentos concretos durante el bolo, situarlas en cuanto a la energía en el concepto general del bolo y explícitamente en sus intervenciones, definir la presencia escénica del conjunto en todos los temas del «Set List» y adaptar el trabajo hecho del bolo anterior a las nuevas condiciones, siempre partiendo de las necesidades y objetivos del grupo. Con los Oques ya llevábamos trabajo hecho, pero hacía falta que todo combinara, sumando el resto de elementos y las aportaciones de los equipos técnicos: cómo el elemento de la pantalla y las proyecciones, la propuesta de luces, etcétera", explica Castellà.

La 'Casta' fue al stage preparatorio del grupo en Seva, trabajó en base a un mapa escénico, fue a las reuniones con las secciones y estableció una línea de concierto que cuadrara todos los componentes. "Esta es una tendencia que está llegando a todas las esferas del mundo musical, los conciertos ya son espectáculos se puede ver con artistas más veteranas cómo la Beyoncé o más nuevas cómo la Rosalía, entre otros, y por lo tanto es interesante ponerle atención", explica. El trabajo de una coreógrafa y bailarina al servicio de un grupo de música ¿por donde va? "Desde mi punto de vista, no solo podemos aportar trabajo relacionado con cómo se coloca un grupo en el escenario y qué posiciones y/o movimientos se pueden hacer durante el bolo, también podemos poner una mirada a cómo el cuerpo comunica, cómo se expresa, cómo se vincula con el resto de componentes del grupo y con el público, todo este trabajo tiene que ver con la presencia escénica. A mí, personalmente, me ha servido trabajar a partir de la energía individual y la energía de grupo y cómo estas están influenciadas entre ellas. Los bolos tienen un sentido y un orden musical pensado, el grupo decide cuál es la línea que quiere explorar, cuál es el viaje que hará el público, y el cuerpo lo puede acompañar".
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El concierto de Oques Grasses. Foto. @cardali_graphics / @edumoratovila

Castellà trabajó recogiendo la idea del grupo de cómo querían entomar los diferentes bloques del concierto y cómo se iba desarrollando cada uno de ellos, buscando momentos más épicos, otros más divertidos y más distendidos, también momentos que directamente emocionaban y otros que recordaban sus inicios. Dice que siguió el concierto atenta y nerviosa desde el foso, ante el escenario, pendiente que todo funcionara cómo funcionó. El día siguiente preguntaba opiniones y casi que obtenía la unanimidad todo el mundo lo había disfrutado mucho y esto, explica, ha sido muy gratificante. Valora como "muy positivo que los grupos apuesten por esta figura por sus proyectos, porque que cada vez hace y hará más falta y más en conciertos así".

Controlar las revoluciones

El propio Miquel Biarnés describe la tarea de acompañamiento de escena de la Cristina Castellà cómo "un currazo flipante, porque nos controla la actitud al escenario, cómo tienen que ir nuestros motores. Ella nos hace ir a las revoluciones que toca porque no haya ninguna descompensación y gestiona todo el directo con una serie de normas intrínsecas arriba de un escenario". Y lo mejor, añade, es que "una figura que nos permite redondear la parte de show del concierto sea una amiga". Oques Grasses es un grupo de Osona pero que también se expresa con acento mataroní.

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