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Tarde guillada: los pequeños se reencuentran con las Santas y los grandes con los ex

La versión reducida y más sensata de la Noche Loca permite a los más menuts vivir la intensidad de la fiesta mayor y a los grandes recordar el que no hace tanto vivían el día anterior

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Tres años son muchos cuándo eres un niño, y este es el tiempo que había pasado desde la última Tarde Guillada. Un tiempo suficiente porque los niños y niñas que iban a cuestas al 2019 ahora ya contaran desde tierra hasta 15 y porque los que así lo hacían, se empezaran a preguntar si no podían ir por la noche Loca (ni en broma, piensan sus padres). La versión reducida en locura, en alcohol y en edad no decepcionó. Un plantel de santeros pleno cuando niños que se reencontraron con unas Santas que se han perdido durante dos años.

Decía Isabel Díaz Ayuso que a Madrid no te encontrabas con tu ex. Esto no es posible de cumplir a Mataró y menos por Santas. Los más menuts volvieron a vivir el De Parranda!, el Correguspira y la Ruixadeta, pero los más grandes se reencontraron con sus ex. Parejas que fueron y ya no, excompanys de trabajo, examics, exjugadors de tu equipo de joven. La pandemia nos había hecho vivir en una burbuja dónde por imperativo habíamos habido (y conseguido) deshacernos de encuentros por compromiso, del cómo va todo? obligado por las topadas fortuitas que produce el espacio público. Así que no había escapatoria por los más grandes. A todos nos quedaba decir el que decía la canción de Manel: haremos adiós y marcharemos y ella me dirá que te ha visto viejo (spoiler: nosotros también).

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Pero volviendo a los verdaderos protagonistas, los más pequeños de la casa pudieron contar hasta 15 durante media hora bajando la Riera, sin sol pero con calor, con los de 8 años en adelante ya no queriendo subirse a los hombros de sus padres y con los más pequeños alucinante especialmente, porque al 2019 o solo eran un proyecto de vida o eran demasiado menuts para recordar todo aquello. Una de las novedades –los padres y madres de hoy en día siempre están buscando nuevos trastos- eran unos auriculares antisoroll para los niños, que ya me dirás tú la gracia de estar en medio de la parranda y escuchar el Bequetero como si fuera de lejos. Muchos llevaban, así que previamente esto debía de correr la voz por los grupos de Whats App de las ardillas, los delfines y las mariposas y el resto ya es historia.

El que no era novedad era ver familias con los cochecitos por el medio de este desvelo light, a pesar de que hay carteles que insisten que no se haga porque lo entorpecen todo (y si encima atropellas un por la marea que cuenta hasta 15, todavía se enfadan). El premio se lo llevó una familia en medio de la Riera con un cochecito-cuna donde había un bebé que no debía de tener ni un mes. Pero llevaba aquellos auriculares, eso sí.

Els quatre gegants, el
Los cuatro gigantes, lo "photocall' preferido de Las Santas. Foto: R. Gallofré

Ya a tocar de Plaza Santa Anna se veían caras de sufrimiento, de los que llevaban en brazos a los niños, de los que por el 25 vieron aprobada una instancia para hacer la Noche Loca pero ayer cumplían con su papel de padres y madres (la resaca cuando eres padre es doble resaca) y de algunos niños y niñas que no los gustaba nada del que los rodeaba y tenían menos expresividad y movimiento que el propio Maneló (hay de todo al mundo). Los verdaderos héroes, los que habían dejado los hijos e hijas con los abuelos por una tarde como esta. Unos auténticos profesionales de los cuales no sabemos el rostro.

Concierto, fuego y agua

El concierto en Plaza Santa Anna fue el que es siempre, uno impàs incómodo donde no sabes muy bien qué hacer ni tampoco donde mirar –por aquello de los ex-, hasta que se volvió Bequetero arriba y empezó el Correguspira. Momeroteta (porque tiene la lengua fuera, dice la pequeña de casa de seis años que parece estar ya muy adiestrada), Dragalió, diablos de la Llàntia e invitados de Sant Cugat que seguro que lo hicieron bien pero qué figura más fea que llevaron. Sombreros, ojeras, pantalones largos y capas (llevar las oficiales denota cierto poder adquisitivo) y en definitiva, una parafernàlia que es divertida de ver en niños y a niñas que no levantan un palmo de tierra y que indica que está todo a punto.

Els nanos s'ho passen molt bé amb el foc. Foto: R. Gallofré
Los nanos se lo pasan muy bien con el fuego. Foto: R. Gallofré

A buen ritmo, con paradas para no angustiar al personal y con la Momeroteta haciendo de sus (como ir hacia la calle Sant Josep para asustar a los que se creen listos y quieren ver el fuego sin posarse dentro de), a continuación ya eran las 21.30h, hora de subida tabalada y a las 22h la Ruixadeta. Se agradece el ritmo, sin pausas entre actas. Allá, bajo el agua, empieza la transición de los que ya no son tanto pequeños y acabarán el próximo año por la noche del 25, mientras otros se lo pasan bien entre agua, luces y música y, porque no decirlo, no pocos adultos intentan revivir el que hacían de jóvenes o simplemente, siguen de fiesta 24 horas después de la Noche Loca.

El final del Correguspira, Foto: R. Gallofré
El final del Correguspira, Foto: R. Gallofré

 

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