Josep Puig Pla

Josep Puig-Pla

Escritor

A Manuel Cuyàs, ahora que nos deja

Su curso a las Escuelas Pías de Mataró era lleno de personajes, no como el mío que era más discreto. Companys suyos de curso eran Salvador Milà, los abogados Jordi Surinyach y Mario Gómez, su primo -hoy reconocido fotógrafo en el Brasil- Josep R. Duran, el médico Antoni Jané y otros que han resultado bonos profesionales y activistas, Carles Baylo, Josep M. Fàbregas, Peres (Bartrés y Busquets), ... Me han dicho que él y el futuro consejero Milà no jugaban nunca a fútbol, hablaban de películas y libros. A la cabeza de pocos años, ya eran dos directivos del Film Ideal Club, una escuela de cine, democracia y progresismo en el Mataró de los primeros 70.

Todo y los tres cursos de diferencia, nos conocíamos. Salidos de la escuela, colaboramos en el Boletín de los Antiguos Alumnos (quizás sus primeros artículos), donde también escribía MiIà. A la Facultad de Letras de la antigua UB coincidimos en algunas asignaturas. Las de las 8 por la mañana las impartía Alexandre Cirici, porque a continuación tenía que ir a su estudio de diseño. A aquella hora intempestiva en Manuel iba en coche. Ya llevaba la Núria y la M. Teresa y yo me añadí. Y en Barcelona se unía su íntimo Jaume Genís. El gran crítico Cirici (si hubiera nacido en Madrid o París sería mucho más reconocido) fue reclutado en el apertura que impulsó la cabeza del Departamento de Historia del Arte, Dr. Alcolea. Junto con Ricard Salvat, Miquel Portero, F. P. Verrié, Oriol Martorell llevaron aire fresco y renovación de ideas. En Manuel ha referido aquellos años universitarios y como aquellos intelectuales lo habían abastecido de cultura, conocimientos y espere crítico, que tanto supo aprovechar en sus trabajos.

Como los bonos, de todo hacía materia literaria. También de su servicio militar en Menorca. De su destino, a la isla más oriental, siempre me he sentido culpable. Al salir yo en libertad provisional de una detención el 1973, fue uno de los dos testigos que respondían por mí (el otro, mi cuñado Ferran). Ellos dos, como yo mismo, fuimos destinados (castigados?) en la tierra de los talaiots. Me consuela el hecho que estimó mucho Menorca, que visitó a menudo y donde hizo buenos amigos.

Dejó la enseñanza en la Escuela Freta cuando fue llamado el 1983 por la regidora Anna Comas y el alcalde Manuel Mas a la dirección de la Cultura municipal, donde destacó en la programación de acontecimientos. Con el siguiente regidor, Remigio Herrero (tan diferentes), hizo "buenas migas" y con el siguiente, Josep Fradera, topó. Dos intelectuales juntos no podía ser. Con el alcalde y la regidora siempre más mantuvo el contacto y buena amistad.

Al Consejo Editorial de El Punt del Maresme, vivimos de cerca su vocación periodística, su maestría en los jóvenes (tenía una buena plantilla!) y lo leímos con más asiduidad, si bien desde 1984 ya publicaba en Serra de Oro. Ha sido muy muy glosado por otros como periodista y tertulià. Sólo querría destacar su independencia de criterio y honestidad. Nunca se casó con nadie ni estuvo al servicio de nadie. Es la típica persona que no hubiera podido ser nunca de un partido político. Su militancia consistía al ser fiel a sus principios e ideales democráticos, culturales, catalanistas y... mataronins. Fiel a la familia, a los amigos de siempre y a los nuevos, pudo conocer como abuelo tardío sus dos nietos. Su última ilusión.

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