Dejar de fumar significa salud. Foto: iStock

Redacción

Cómo reacciona el cuerpo cuando dejamos de fumar

Dejar de fumar genera, de entrada, importantes efectos relacionados con el síndrome de abstinencia pero, a la larga, es una bendición por nuestro cuerpo

Dejar de fumar acostumbra a suponer un ejercicio de convicción y de persistencia. El síndrome de abstinencia de los primeros días genera toda una serie de efectos psicológicos y fisiológicos genes agradables; ansiedad, irritabilidad, aumento de hambre, dificultad para dormir, desaliento, entre otros. Hay que ser consciente que son efectos transitorios y que, con el paso de las semanas, irán desapareciendo. Pero sobre todo es importante ver que los efectos a largo plazo de dejar los cigarrillos serán muy beneficiosos por nuestro día a día, por nuestra salud y por nuestro cuerpo. Algunos estudios, incluso, apuntan que la dependencia a la nicotina no suele durar más de una semana. Además, a pesar de que los síntomas de abstinencia pueden ser molestos e importantes, no suponen riesgos para la salud.

En cambio, los efectos de dejarlo, como decíamos, son notorios y fundamentales para vivir en plenitud física. De hecho, varios especialistas apuntan que, a la cabeza de pocos minutos de no fumar, ya se nota una disminución de la presión arterial y del ritmo cardíaco. En pocas horas, el cuerpo experimenta un descenso de los niveles de monóxido de carbono a la sangre y, en consecuencia, un aumento del nivel de oxígeno.

Normalización progresiva del cuerpo

A la cabeza de 2-3 días, se produce una normalización progresiva de los sentidos del olfato y del gusto. Desaparece el halitosi (mal aliento) y el color amarillo en dedos y uñas irá pasando a mejor vida.

De este modo, progresivamente, cada mes y año sin consumir tabaco repercute positivamente en nuestra salud. A largo plazo, dejar de fumar compuerta:

  • Una disminución del riesgo de los diferentes tipos de cáncer asociados (como el cáncer de pulmón, vías respiratorias, cèrvix, vejiga y páncreas).
  • Una reducción notable del riesgo de sufrir enfermedades de las vías respiratorias como asma, bronquitis y otras enfermedades crónicas (enfisema y bronquitis crónica). Además, el entorno familiar del fumador también se beneficiará.
  • Una disminución del riesgo de enfermedad cardiovascular.
  • El riesgo de alergias y enfermedades del área ORL también se ve reducido.
  • La piel también se conservará joven durante más tiempo porque el tabaco favorece el envejecimiento cutáneo y una peor cicatrización de las heridas.
  • Menor riesgo de enfermedades relacionadas con los dientes, caries y mejora de las manchas dentales.

En resumen, dejar de fumar es sinónimo de salud.