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Cugat Comas

Mataró se desborda de felicidad en la Noche Loca más esperada

Por primera vez se llega al límite del aforo permitido al Desvelo Bellugós con 16.000 personas euforitzades

Mataró se desbordó, literalmente, la noche y madrugada de lunes. Tres años desde el último 25 con todo el que supone un 25 de julio ha sido demasiado y la olla a presión de sentimientos y ganas de fiesta estalló luego que en Robafaves salió por la puerta del Ayuntamiento en una Riera eufórica, casi que en tráfico mental festivo. Se levantó el gigante más guapo del planeta, sonó el bombo de la Banda y acto seguido el ritual se impuso.

La Noche Loca fue desbordante de asistencia y de sensaciones. El Ayuntamiento cuantifica en 17.000 los asistentes a la Rociada y en hasta 16.000 los de la bajada del Desvelo Bellugós, hecho que obligó a cerrar los accesos por aforo completo. Es el primer golpe que pasa. Si nunca os vuelven a decir que entre semana hay menos gente, cogéis el razonamiento y echadlo a la basura. Ayer la gernació era imponente, una auténtica marea y además los controles de acceso fueron menos permisivos y no dejaron entrar bebidas alcohólicas. Las cifras de atendidos hablan bien del nuevo criterio puesto que han bajado y mucho los casos de atendidos por intoxicaciones etílicas graves.

El Desvelo Bellugós abrió camino con los Gigantes en fila hacia Santa Anna. Tres años de Bequeteros furtivos y clandestinos culminaban con la libertad que es el ejercicio coral del recuento obsesivo a 15 y el no parar de saltar. Qué imágenes reencontradas! El que hacemos a Mataró alrededor de los Gigantes y gracias a la Agrupación Musical del Maresme es una animalada. Y como mamíferos lo volvimos a disfrutar con gran felicidad y también alguna lágrima en medio del sudor imperante.

A Santa Anna, el Pony Pisador decidió que la Invitada sería de las más celebradas y recordadas. Este grupo está revolucionando la escena catalana y posó patas arriba la plaza, llena todo el rato. Bailar canciones cómo la de los piratas bajo la vetusta mirada de los Gigantes, allá palplantats, también fue especial. Una en punto y santo volvamos con el Bequetero. Media hora más de frenesí, con más sombreros y manga larga: la Noche Loca no entiende de treguas.

El final de la Escapada. Foto: R. Gallofré


Escapada densa e intensa

Más tópicos que ayer desaparecieron. Hay aquel que dice que la mayoría de los que van por la noche Loca pasan de la Escapada a Negra Noche. Pues ayer no se recordaron. Durante todo el recorrido, rellenado de chispas y encendidas, con alta dosis de pirotécnica y el rembombori incesante de la percusión, tanto a diablos y diablesas como las figuras parecía que los costara de avanzar más que nunca. había tapones y masificaciones en puntos de montajes y techos con traca. Costaba de avanzar: todo el mundo quería danzar bajo el fuego. La Escapada fue intensa pero también densa cómo el tráfico pesado.

El final en la plaza del Ayuntamiento cumplió con el requisito habitual. Una auténtica avalancha de fuego y chasquidos, un aguacero encendido, terapia de choque final antes de que sobre toda la ropa y tengas ganas de ir hacia la Rociada. Aquí se suman los que transitan desde la fiesta de la playa y los tabalers hacen el Hamelin. Fue llegar al Parque y que empezara la Rociada.

Mataró llevaba horas sobreixint de emociones. Chasqueando después de la contención forzada. Xarbotant imágenes y abrazos reencontrados. Quienes entraron al agua a bailar quizás notaron que había menos, de agua. Pero quedaron xops si eran a lugar. Las novedades musicales anduvieron con acierto y el acento local se hizo sentir. Preciosa, concluyendo, y exhauridora de todas las fuerzas que quedan, sin barras los establecimientos próximos hacen hacer el agosto siendo día de Santo Jaume y quien quería mam se lo tenía que buscar.

En su punto convenido, el final. Fuera agua y fuera música. Y cada grupo andando hacia casona, dejando regueras de felicidad desbordada por el camino. Quién había aguantado, al volver a casa y completar el ritual dejando afuera la ropa empapa, podía hacer balance del que había pasado durante siete horas. Del que hacemos los renacuajos por Las Santas. Del que volvemos a hacer porque volvemos a ser.

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